Qué y a quién elige Rusia
El articulista dibuja en este texto el complejo mapa de la intención de voto de los rusos en las elecciones parlamentarias que se celebrarán el próximo 12 de diciembre.
¿Qué se puede esperar de las elecciones en Rusia, teniendo en cuenta que en los últimos dos años el país ha intentado desplazarse desde el comunismo hacia el capitalismo, pero la velocidad del movimiento (y el mismo deseo de moverse) ha sido diferente en varias regiones del país?Intentaremos contestar a esta pregunta usando los datos de las investigaciones sociológicas que la fundación independiente Opinión Pública realiza de acuerdo con mi programa. Usaremos los resultados de un primer sondeo de opinión de 10.547 personas, que permite comparar las orientaciones económicas, políticas e ideológicas de los habitantes de todas las regiones del país. Además, usaré algunos datos de un sondeo realizado en septiembre de 1993, especialmente dedicado al estudio de las preferencias políticas de los electores.
Llama la atención que los conceptos económicos, políticos e ideológicos de los habitantes de varias regiones, por lo general, no dependen de la riqueza o pobreza de estas regiones en materias primas, ni del nivel de vida, ni de las oscilaciones de este nivel durante las reformas, ni tampoco del éxito de éstas, sino, sobre todo, de la apertura (geográfica y cultural) de la región a los contactos directos con los países de economía desarrollada de mercado y de moderna democracia representativa.
En Moscú y en San Petersburgo, por ejemplo, el nivel de vida es más bajo que la media de Rusia y sigue bajando con las reformas; en Extremo Oriente es más alto que el nivel medio, pero también desciende. Y a pesar de ello, la población de estas regiones apoya las reformas y a los reformadores mucho más que la población de las regiones más prósperas, como, por ejemplo, Siberia occidental o la región del Volga. Esto se evidenció en el referéndum de abril y por lo visto se manifestará en las futuras elecciones. Se puede suponer que en Moscú y en San Petersburgo, en el estado de ánimo popular, influye, sobre todo, la apertura cultural, y en Extremo Oriente, la apertura geográfica.
La alta concentración en Moscú y en San Petersburgo de los grupos occidentalizados (entre los funcionarios, intelectuales, viejas y nuevas élites empresariales) crea en las dos máximas ciudades de Rusia una atmósfera particular, donde todo lo que de una u otra manera está relacionado con Occidente (y los actuales reformadores del Kremiin se consideran "occidentalistas") encuentra un apoyo particular y más alto que en el resto de Rusia y despierta expectativas más optimistas.
En cuanto a Extremo Oriente, la divulgación relativamente amplia del espíritu reformista en esta región se explica sobre todo por su apertura geográfica y perspectivas de los crecientes contactos directos con Japón, Corea del Sur, Taiwan y China, que va haciéndose cada vez más capitalista.
A las regiones donde los reformadores gozan de un apoyo popular más amplio que en el resto del país pertenecen también Siberia septentrional y oriental, donde el nivel de vida es más alto que la media en Rusia. Las causas principales son las mismas. Las regiones nórdicas de Rusia están abiertas a los contactos internacionales directos con los países escandinavos. Siberia oriental, igual que Extremo Oriente, ha tenido la oportunidad de abrirse hacia Japón, Corea del Sur, Taiwan y China.
En Siberia oriental, el estado de ánimo de la población está sometido a más oscilaciones que en cualquier otra región reformista. Sucede que entre los habitantes de esta región la idea de unirse con los de Siberia occidental es cada vez más popular. Esta solidaridad siberiana a nivel de los grupos de élite ya hace tiempo que se plasmó en la asociación Acuerdo de Siberia. La base de esta solidaridad son las riquísimas materias primas, que en su conjunto superan los recursos del resto de Rusia. Pero Siberia occidental, donde hay más materias primas que en Siberia oriental, está descontenta de los reformistas de Moscú porque no puede aprovecharse de sus riquezas. Privada por su situación geográfica de salidas directas a los países de economía de mercado desarrollada, la región depende de las subvenciones del centro federal (que son, por cierto, muy generosas) y se resiente de las posibilidades no realizadas.
Este espíritu se transmite cada vez más a la población de Siberia oriental. Antes del referéndum de abril el apoyo a Yeltsin en Siberia oriental era más alto que la media en Rusia, pero en otoño decayó y ahora es igual que en Siberia occidental. Lo más probable es que los grupos que apoyen al presidente en la campaña electoral se enfrenten con serias dificultades en ambas regiones de Siberia.
Siguen siendo fuertes las posiciones de los partidarios de Yeltsin en los Urales, de donde provienen muchos miembros de su equipo presidencial. Esta región, cuyo nivel de vida es más alto que la media, no tiene salidas directas a los países desarrollados, pero la concentración de las élites occidentalizadas es bastante alta allí. Además, a diferencia de Siberia, esta región está habitada desde hace mucho. La población de esta región, que tiene enormes recursos industriales y riquezas naturales, espera tener ventajas cuando la privatización arranque. Las expectativas al respecto aquí son superadas sólo en Moscú y en San Petersburgo. En las futuras elecciones parlamentarias, los Urales darán preferencia al bloque presidencial Opción de Rusia. A principios de septiembre, cuando preguntamos a nuestros encuestados si votarían al partido de Yeltsin en caso de que fuera creado, el 44% de los interrogados en la región de los Urales respondió afirmativamente (en Moscú fue el 41%).
En las regiones como los Urales, Moscú, San Petersburgo, el norte de Rusia y Extremo Oriente la única competencia importante para el bloque presidencial viene de los grupos que se oponen a los reformistas actuales, partiendo de los mismos principios liberales. Me refiero, sobre todo, a las fuerzas que se agrupan alrededor del (economista) Grigori Yavlinski, que después de Yeltsin es el personaje más popular del país.
Con problemas más complicados se enfrentarán Yeltsin y sus partidarios en la región del noroeste (con excepción de San Petersburgo). Por su hostilidad hacia la actual política de reformas y hacia los reformistas del Kremlin que la realizan, esta región sólo es comparable con Siberia occidental. Pero las causas de la hostilidad son aquí diferentes.
Por su nivel de vida, la región del noroeste es una de las más pobres, y se empobrece aún más con las reformas. Pero eso no es lo importante. Moscú se empobrece también. La región del noroeste es la única que está geográficamente abierta a los contactos con los países de economía de mercado desarrollada y la penetración del capital occidental (la zona franca en Kaliningrad es un ejemplo), pero cuya población se siente cada vez más preocupada al respecto.
En esta región, donde no se ha olvidado la invasión alemana, se vive de manera particularmente dolorosa la descomposición de la URSS, que provoca una aguda sensación de abandono, de falta de protección por parte del poder central. Es significativo que fuera en esta región donde durante las elecciones presidenciales en 1991, cuando todavía existía la Unión Soviética, triunfara el político ultraderechista VIadímir Zhirinovski, que adoptó la postura de defensor de los intereses de los rusos. No es menos significativo que la popularidad de Zhirinovski y de su partido (que va a participar en las elecciones) siga siendo la más alta de todas las regiones de Rusia.
Yeltsin y los grupos políticos de su orientación también tendrán dificultades en el Cáucaso del norte. La población no rusa de esta región, que es uno de los puntos calientes de la antigua URSS, tiene muchas quejas hacia Moscú. Y lo mismo sucede con los rusos que viven en el Cáucaso, descontentos porque el Gobierno no puede garantizar la estabilidad y la seguridad y por la gran diferencia entre los precios de la producción industrial y agraria, que afecta de manera especialmente dura a las regiones agrarias como el Cáucaso del norte. No hay que olvidar que el Estado no tiene hoy posibilidad de prestar ayuda y apoyo mínimamente serios a esas regiones.
No será fácil para el bloque presidencial Opción de Rusia luchar por los votos en las regiones centrales de la parte europea del país, que están sobre todo a lo largo del río Volga y sus afluentes y forman el núcleo histórico de Rusia. Estas regiones, limitadas en sus contactos con los países desarrollados, sobrecargadas con empresas del arruinado complejo militar industrial y sus plantillas de centenares de. miles de personas, con un nivel de vida bajo y en decadencia, tienen una actitud no mucho mejor que la de Siberia occidental ante los reformistas del Kremlin, y nadie tiene una actitud peor que la siberiana. En estas regiones, el ex vicepresidente Alexandr Rutskói gozó de la máxima popularidad.
A diferencia de otras regiones antipresidenciales (Siberia occidental, Cáucaso del norte), donde la antipatía a los poderes de Moscú coexiste con la amplia divulgación de los valores de la economía liberal y la popularidad considerable de los líderes liberales, en la zona centro prevalecen las orientaciones hacia el sistema económico estatal y los políticos de izquierda. Estas orientaciones no dependen demasiado de la energía y tenacidad con que los jefes de los órganos de poder local se dedican a la reforma económica.
Borís Nemtsov, el gobernador de la región de Nizhni Nóvgorod, está haciendo mucho para acelerar la privatización. El nombre de Nemtsov es muy conocido en Rusia. Y esta fama es bien merecida. En Nizhni Nóvgorod, la privatización de las empresas comerciales y de servicios se realiza con más éxito que en otras regiones. Pero estos éxitos no influyen o influyen de manera muy inesperada en la población local, es decir, los electores. Los ritmos acelerados de la privatización fortalecen en Nizhni Nóvgorod la hostilidad hacia ella y la popularidad de la privatización del comercio y de los servicios allí es inferior a la media en Rusia.
En esta situación, en las regiones céntricas (a excepción de Moscú y sus alrededores) tendrán posibilidades de éxito aquellas fuerzas que logren ocupar el puesto que antes ocupó la Unión Cívica en la escena política. Este bloque pudo aspirar al 15% de los votos, en gran parte debido a la presencia de Rutskói entre sus líderes.
El referéndum de abril demostró que también los grupos orientados a Yeltsin tienen posibilidades de victoria en las regiones céntricas. En ellas son más numerosos que en otros los electores que podríamos denominar "la reserva política de Yeltsin". Pese a que critican la gestión del presidente y le censuran, lo ven como único factor de estabilidad social, y por eso se pronuncian en contra de su destitución.
El mantenimiento de esta reserva depende, en gran parte, del desarrollo en vísperas de las elecciones y del transcurso de la misma campaña electoral. Para que Yeltsin y los grupos que le apoyan sigan pareciendo un factor de estabilidad hay que evitar que se produzca una brusca desestabilización antes de las elecciones por lo menos. Aunque hay esperanzas de ello, nadie puede dar garañtías.
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