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Una infección europea

La reciente noticia del hacinamiento de cabezas de cerdo en un monumento conmemorativo judío de Berlín es sólo el último episodio de un odioso sentimiento que se está convirtiendo en una pertinaz infección europea. Igual que ha ocurrido en Estados Unidos con la violencia ocasionada por la tenencia de armas y el consumo de drogas, muchos europeos parecen estar acostumbrándose a un alto grado de retórica racista pública y a la continua amenaza a extranjeros, que apenas hace unos años aún resultaban escandalosos. El peligro político añadido es que, ahora que el continente se enfrenta a una temporada de elecciones y otros asuntos apremiantes, se permita la efervescencia acrítica del tema. ( ... ) Muchas cuestiones concurren aquí, desde los límites de recepción de inmigrantes de los diferentes países y la responsabilidad colonial histórica, hasta las distintas frustraciones de origen no racial que alimentan los votos de protesta. Conforme la conmoción ocasionada por la primera ola de incidentes xenófobos remite, se hace cada vez más difícil seguir el rastro de causas y efectos. Pero el peligro que amenaza a los Gobiernos europeos es perder las coordenadas del asunto o considerarlo un problema de relaciones públicas a corto plazo y recurrente. Si la desastrosa política étnica en el antiguo bloque del Este continúa enconándose o degenera en violencia, como en el caso de Bosnia, cada vez habrá más extranjeros en Europa a fin de siglo. 3 de noviembre

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