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Hasta el último aliento

Federico Fellini pensó siempre que iba a recuperarse del ataque cerebral que sufrió el pasado 3 de agosto. Y creyó, casi hasta el último aliento, que volvería a hacer cine. Tras nueve días de sufrimiento en un hospital de Rímini, concedió una de sus últimas entrevistas (EL PAÍS, 13 de agosto). Aunque con medio cuerpo paralizado, el director italiano se mostró de excelente humor, irónico, optimista y lleno de confianza en el futuro. "Haré una película sobre esta enfermedad. Es el único modo de que tenga sentido", afirmó.Pregunta. ¿Qué sorpresas nos reserva para cuando vuelva a trabajar?

Respuesta. No serían sorpresas si las anticipara.

P.¿Qué personajes entrarían en su historia?

R. Protagonista: un director de cine que ha superado los setenta y que no se esperaba un frenazo tan brusco. Su mujer. Un montón de viejos amigos y algunos nuevos. Un estupendo coro de médicos y enfermeras.

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P. ¿Qué escenas quisiera conservar en la memoria?

R. Todas las que conciernen a una deliciosa enfermera rumana que se llama Dorina. Su belleza y gracia celestial me han hecho creer con frecuencia que he estado en otra parte durante los días de la enfermedad.

P. ¿Ha interpretado bien su papel de enfermo?

R. Si no he estado a la altura de las circunstancias, tengo como justificación el hecho de que es la primera vez.

P. ¿Ha sentido alguna vez,. miedo?

R. La otra noche, cuando mi amigo Titta, un blasfemo convencido, me ha dicho, después de un par de suspiros: "Federico, he rezado por ti".

P. ¿Qué significa para usted el hospital?

R. Podría, o por lo menos debería, ser una ocasión excelente para reflexionar y hacer proyectos.

P. ¿Una enfermedad puede inspirar una película?

R. No sólo puede: debe. Porque es la única forma de justificarla.

P. ¿Ha llegado hasta su habitación el calor y el afecto del mundo?

R. Sí. Sobre todo gracias a la extenuante, confiada y tenaz constancia de ustedes los periodistas en espera de una buena noticia. Me sentía comprometido a no desilusionarles y a recuperarme rápidamente.

P. ¿Qué es para usted la oración?

R. Un modo muy racional e inteligente para depositar en el suelo un equipaje pesadísimo y pasar a otro el peso de las angustias y de las dudas.

P. ¿Ha pensado alguna vez en Dios?

R. Yo me pregunto: ¿es posible no pensar en Dios?

P. ¿Qué le gustaría decir a todos aquellos que admiran su cine?

R. Que deseo ofrecerles otras ocasiones para que sigan admirando mi cine. Y ahora perdonadme. Gracias una vez más por vuestra simpatía y no hagáis que me avergüence demasiado de lo que he dicho.

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