Un pistolero mata a tres turistas en un hotel de El Cairo

Un pistolero abrió fuego ayer sobre un grupo de turistas que cenaban en un hotel de lujo de El Cairo. Al menos tres turistas resultaron muertos y otros cuatro resultaron heridos en la refriega.Un plan perfecto. El ataque se produjo horas después de que el presidente egipcio Hosni Mubarak aprovechara su visita a Washington para vanagloriarse del "éxito" de su implacable campaña contra la oposición musulmana diciendo que hoy su país es "el más seguro del mundo", infiriendo que, por lo tanto, necesita de más ayuda norteamericana.

La más audaz operación contra la vital industria turística de Egipto dejó un saldo de tres muertos y cuatro heridos, según los escuetos informes policiales conocidos al cierre de esta edición. "Hay sangre en el restaurant, la gente está gritando. He visto a media docena de camilleros. ¡Esto es un horror! Debo colgar...", dijo con voz de pánico una telefonista de confianza del hotel Semiramis. A través de la línea se podían oír gritos. A las 22.20 de la noche, la braseria Falucca del hotel, con su espectacular vista del Nilo, se convirtió en un pandemónium.

Nadie sabía la nacionalidad de los muertos, pero un conserje del Semiramis dijo que entre los heridos había un norteamericano y un australiano. Tampoco se sabía si el valiente camarero egipcio que vio al extraño personaje afeitado extraer el arma y que trató en vano de impedir el atentado estaba todavía con vida.

En la súbita confusión que se apoderó de El Cairo, la única deducción posible era simple: los extremistas musulmanes en guerra a muerte contra un régimen pro-occidental que ha jurado aplastar a la Gamaá al-Islamiya (Agrupación Islámica) y a sus aliados gemelos de la Yihad Islámica, el mismo grupo que asesino al presidente Anuar Sadat en 1981 por haber pactado la paz con Israel, burlan los detectores de metales que se han implantado en todos los hoteles desde que. comenzó la cruenta campaña contra los turistas hace mas de un año. Todos los argumentos con los que Mubarak trataba de recobrar la confianza de la Casa Blanca y de Occidente, parecen haber fracasado.

El propio presidente norteamericano Bill Clinton elogió de forma indirecta la política de "mano dura" que está empleando el Gobierno de -El Cairo contra los integristas.