Veinte médicos de grandes hospitales aprenden a comunicar malas noticias
"Su hijo ha muerto... ¿Puede donar sus órganos?". Para muchos médicos, pronunciar estas dos frases es un trago difícil de digerir. En Madrid se producen al año 200 fallecimientos por muerte cerebral. Y otras tantas veces, los médicos tienen que transmitírselo a los familiares para pedir a continuación que donen para trasplantes los órganos del fallecido. Veinte especialistas en trasplantes de tres grandes hospitales de Madrid aprenden estos días, mediante un cursillo, a comunicarse mejor con sus pacientes y, sobre todo, con sus familiares.
Es una situación dura, pero la donación de un corazón en perfecto estado sólo es posible en los momentos inmediatamente posteriores a la muerte cerebral.Facultativos de los hospitales La Paz, Gómez Ulla y Clínico de San Carlos aprenden a afrontar mejor esos momentos y a dar las malas noticias de un modo más humano en un curso intensivo de 13 horas promovido por la Organización Nacional de Trasplantes en colaboración con el Programa Europeo para la Donación de Órganos. El fin principal consiste en conseguir un mayor número de trasplantes. Pero lo aprendido en el curso es válido para la relación cotidiana entre enfermos, familiares y personal hospitalario.
Tocar el hombro del familiar afectado, hablar del modo más claro posible, evitando tecnicismos médicos y palabras desagradables, tratar de alejar el sentimiento de culpabilidad y, sobre todo, trasmitir sensación de seguridad y comodidad son algunas de las técnicas que aprende durante el seminario el personal sanitario que se encuentra diariamente en esta tesitura.
Albino Navarro, coordinador de trasplantes de la Comunidad de Madrid, explica cómo, en el momento de transmitir a la familia la noticia de un fallecimiento, la mente del profesional sanitario registra una "mezcla de sensaciones entre las que está el sentimiento de culpabilidad por la muerte del paciente". Según Navarro, está comprobado que si la familia percibe inseguridad y nerviosismo en el facultativo que hace la petición de donación, se negará en redondo a aceptar. Con esa actitud, las donaciones de órganos y de posteriores trasplantes llegan a ser casi nulas.
De la mano de un equipo de psicólogos, los doctores que asisten al curso intentan analizar los sentimientos de culpabilidad que surgen tras la muerte de un paciente. Y van más lejos: tratan de ponerse en la piel de los familiares con técnicas teatrales. Así, la propia coordinadora de trasplantes del hospital Ramón y Cajal simula ser durante cinco minutos la señora Gómez. Otros médicos tendrán que darle la noticia de la muerte cerebral de su hijo de 6 años y tratarán de convencerla para que acepte donar los órganos del chaval. Todo queda grabado por una cámara de vídeo y es analizado posteriormente y corregido por todos los asistentes al curso.
El personal del resto de los hospitales de Madrid tendrá la oportunidad de recibir este curso a lo largo del primer semestre del año que viene.
La primera experiencia con un seminario de estas características se desarrolló en Badajoz, donde hasta 1992 un 80% de los familiares se negaba a aceptar la donación. Tras el curso, el éxito en la tentativa de los médicos subió al 80%, según datos oficiales. Es decir, se invirtieron las cifras.
De los 200 fallecimientos por muerte cerebral que se producen en la Comunidad de Madrid se pierde cada año una cuarta parte de las posibles donaciones. Y Navarro insiste en que eso podría no ser así, si todo funcionase a la perfección dentro del hospital: "Incluso la mala contestación del conserje de turno puede predisponer a la familia en contra de la donación de los órganos", asegura.
A pesar de esto, en la Comunidad de Madrid se alcanzaron el año pasado cifras históricas en cuanto a número de trasplantes de corazón hígado y riñones efectuados: más de 500.
Este año se está produciendo un descenso de un 10%, relacionado directamente con la bajada en más de un 20% de la mortalidad en accidentes de tráfico (y las muertes cerebrales que ocasionan).
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