El tesoro del cine París
La única sala de Villarejo conserva un proyector de los hermanos Lumiére, la Pathé Fréres nº 13
El propietario del viejo cine París de Villarejo de Salvanés, el único de este pueblo de 4.725 habitantes, tiene 37 años y un tesoro: la Pathé Fréres número 13. Se trata de un cinematógrafo construido por encargo de los hermanos Lumiére en 1895, el mismo año en que se dio a conocer el revolucionario invento. Juan Carlos Jiménez, su propietario, lo descubrió embarrado y oxidado en el carrito de un chatarrero que se lo regaló con gusto, "porque no servía para nada", dijo. ¿Dónde ocurrió? Es un secreto. Jiménez piensa que como nadie sabe qué fue de los 12 aparatos anteriores al suyo, en su casa puede estar el primer proyector de la historia.El cinematógrafo, guardado ahora en su vivienda, se encuentra en perfecto estado. "Sólo le falta la carcasa que no pude encontrar", afirma el empresario. Todas las piezas están numeradas, "tal y como salieron de las manos de los Pathé", añade. Su buena conservación permitiría, hoy en día, la proyección de películas mudas de 35 milímetros. El exhibidor recuperó también de la basura un rebobinador manual de películas de la misma época.
Éste fue el comienzo, hace siete años, de la curiosa recopilación de artilugios relacionados con el Séptimo Arte. Con su afición, ha logrado reunir 14 proyectores de todas las épocas. Entre ellas está también la máquina que la empresa Gaumont lanzó en 1900 para competir con los cinematógrafos de los Pathé. Se trata de un proyector que funciona a 110 voltios y que, desde su restauración, sólo ha sido utilizada una vez.
Pero su particular colección tiene otras curiosidades. En una de las habitaciones de su vivienda guarda uno de los primeros proyectores domésticos de la historia. Fue fabricado por Charles Pathé en 1915. Utilizaba películas mudas de 16 milímetros, perforadas en el centro, y con una duración de apenas dos minutos. El coleccionista ha logrado reunir varias cintas originales.
La competencia alemana tiene también su hueco en la recopilación. Hace unos años, un amigo que conocía sus aficiones, le regaló la primera réplica a los proyectores franceses: el Krupp Ernemman. Este cinematógrafo, de grandes dimensiones, está dotado con un dispositivo que permite su sujección al suelo para evitar las vibraciones.
Juan Carlos Jiménez recopila también proyectores de diapositivas. Entre sus artilugios existe uno fabricado en 1900 y que funciona con un primitivo arco voltaico. A través de viejos grabados de la época, el empresario ha logrado su restauración y perfecto funcionamiento.
La colección se completa con otros artilugios empleados en el mundo del cine. Películas de NO-DO de los años cuarenta, "de cuando Franco era muy joven", talegas de malla de la casa Kodak para guardar rollos, altavoces eléctricos, bocinas cinematográficas de madera, se reparten por las estancias de su vivienda y locales de su propiedad.
Este exhibidor de 37 años, propietario de dos salas en Villarejo, considera que el cine no ha evolucionado en casi 100 años. "El sistema de proyección es el mismo que inventaron los Lumiére en 1895 y las películas se siguen fabricando en 35 milímetros, como desde el primer día. Los viejos reguladores que se instalaban en las máquinas, para que las películas no se partiesen, se han vuelto a incorporar a los modernos proyectores. Volvemos al principio".
El coleccionista asegura que, en varias ocasiones, le han pedido sus cinematógrafos para exposiciones internacionales. "Pero no los presto porque no me dan las garantías suficientes de seguridad. Preguntado si cree ser propietario de la primer máquina de cine de la historia, asegura desconocerlo. "Aunque es posible, porque ignoro el paradero de las doce fabricadas anteriormente".
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