_
_
_
_

La revancha de Cuauhtémoc

El hijo del general Cárdenas aspira por segunda vez a la presidencia de México

Ha sido la izquierda mexicana la primera en abrir fuego en la carrera electoral de 1994 al proclamar ayer a Cuauhtémoc Cárdenas, hijo del mítico general que en 1938 nacionalizó el petróleo en México, como candidato presidencial. La sombra de Cuauhtémoc vuelve a planear por segunda vez en unos comicios mexicanos. No despejada aún la duda, cinco años después, sobre si Cárdenas fue quien verdaderamente ganó las presidenciales de 1988, lo que está claro es que ahora este político que agita la bandera contra el fraude y la corrupción tiene derecho a exigir la revancha.México vive en estas semanas un periodo especial. Ocurre cada seis años todos los otoños previos a unas elecciones presidenciales porque es generalmente antes de fin de año cuando cada partido da a conocer a su candidato presidencial. El Partido Revolucionario Institucional (PRI), que lleva gobernando el país 64 años, es el que más sufre por estas fechas, porque es el que más complicada tiene la selección del candidato: el destape.

El destape es la máxima política de México y también del PRI, único partido que asume un método original para decidir su candidato. La decisión, al menos en el último medio siglo, es del presidente de la República, quien susurra el nombre al partido y éste lo anuncia obedientemente de forma oficial.

Siempre ha habido algo de magia, por no decir de juego de azar, en el destape. Quien gana pasa a ser el hombre más poderoso del país, y quien pierde pasa unos meses de ostracismo para luego tener el consuelo de ser recompensado con un buen cargo, pero lejos de donde se toman las decisiones.

Carlos Salinas de Gortari, el destapado presidencial del sexenio pasado, se midió en las elecciones de 1988 con Cárdenas, pese a que había un tercer candidato: el después fallecido Manuel J. Cloutier, líder del derechista y católico Partido de Acción Nacional (PAN). La noche del recuento se cayó el sistema informático y el país se dividió entre quienes acusan al PRI de hacer fraude sistemático y quienes desde el PRI intentan demostrar que eso no es cierto. El candidato priísta fue proclamado presidente por unas décimas más del 50%, lo que nunca reconoció Cárdenas. La oposición, que se unió por primera vez para sacar los colores al Gobierno, no se cansó de decir que ese resultado, el más bajo que obtenía un presidente en la historia de México, fue adulterado. Cárdenas y Salinas no se volvieron a dirigir la palabra.

La resonancia de aquel escándalo dura aún y no ha habido unas elecciones locales en estos últimos cinco años que no hayan sido tachadas de fraudulentas por la oposición, especialmente por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), liderado por Cárdenas. Tampoco han cuajado intentos para que el PRI apoye diferentes reformas políticas promovidas desde el Gobierno.

Ganara o no legítimamente Salinas en 1988, lo cierto es que poco tiempo después, ya investido presidente, demostró que comenzaba a ser un buen gobernante. Dinamizó económicamente el país (renegociación de la deuda externa, privatización de la banca y reducción a un dígito de una inflación otrora galopante) y acabó con viejos tabúes revolucionarios como la negación de la Iglesia en un país donde el 90% de la población es católica. También privatizó el ejido.

Todo esto, así como una buena imagen internacional que se ganado año tras año, ha hecho que Salinas llegue al quinto año de su Gobierno más fuerte que cuando comenzó su mandato.

Prueba de la fortaleza de Salinas es su reciente afirmación acerca de que el destape del PRI, habitualmente en México en el mes de noviembre, no se producirá hasta principios de año.

Pero el destape del PRI está hoy en función del Tratado de Libre Comercio (TLC), de América del Norte, por otra parte dependiente de la suerte que le confiera el Congreso estadounidense.

Si el TLC, que cuenta con la oposición de un buen número de congresistas, no obtiene en noviembre luz verde del poder legislativo norteamericano, todo puede cambiar en México en cuanto a la sucesión presidencial.

Hasta ahora, tres son los aspirantes del PRI: Luis Donaldo Colosio, de la entera confianza de Salinas y que cuenta con suficiente apoyo institucional; Manuel Camacho Solís, un político nato que como alcalde ha cambiado la Ciudad de México, y Pedro Aspe, que, además de ser el cerebro económico del Gobierno, es el hombre que mejor cae al vecino del Norte.

Se dice en México que Salinas es un hombre que engaña con la verdad y es por eso por lo que todo el mundo tiene los ojos puestos en Colosio, actual secretario de Desarrollo Social.

Con Colosio como favorito, Camacho peleando para no quedar fuera de juego y Aspe como reserva ante lo que ocurra con el TLC en Estados Unidos, Cuauhtémoc Cárdenas ha sido el primero desde la oposición, a falta de que el PAN anuncie en los próximos días a su candidato, en saltar al ruedo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_