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El franco se debilita ante el creciente escepticismo por la política económica de Edouard Balladur

Edouard Balladur siguió mostrándose seguro y flemático, pero la realidad volvió a contradecirle. Mientras el primer ministro francés declaraba no sentirse "inquieto" por la suerte del franco, esta divisa daba claras pruebas de debilidad por tercer día consecutivo. Una combinación de causas explicaba el fenómeno: la impresión de que la rígida política monetaria francesa es contradictoria con las necesidades de una economía en recesión; el aislamiento internacional de este país en las negociaciones del GATT, y el escepticismo provocado por los Presupuestos Generales del Estado presentados por Balladur.El marco volvió a alcanzar ayer sus más elevados niveles frente al franco desde la crisis monetaria europea del pasado agosto. En un momento de la jornada llegó a cotizarse a 3,5480 francos, para terminar a un nivel de 3,5435. El Gobierno y el Banco de Francia intentaban parecer serenos, pero los mercados internacionales no les tomaban en serio.

Los especialistas están convencidos de que Francia va a verse obligada a bajar en breve sus tipos de interés a medio y largo plazo, a fin de dar oxígeno a una economía en recesión. Los operadores estiman que la baja de popularidad en los sondeos de Balladur le obliga a adoptar esa iniciativa. El financiero norteamericano Georges Soros declara que, si quiere sostener su economía, Francia debe reducir sus tipos en un 3%.

Pero Jean-Claude Trichet, gobernador del Banco de Francia, aseguró ayer que esta institución no piensa ceder a la "presión amistosa de los mercados financieros" y no va a "acelerar el ritmo en su política de baja de tipos de interés". Algunos especuladores van más lejos y, como en las precedentes crisis del franco, afirman que la divisa francesa no tiene otro remedio que devaluarse frente al marco y así poder impulsar las exportaciones francesas. Esta idea de "devaluación competitiva" es sostenida en Francia por un poderoso grupo de presión político y económico.

La semana que va a terminar ha sido la peor para Balladur desde que, hace seis meses, accedió a la jefatura del Gobierno. El pasado martes, la huelga en el sector público convocada por CGT y Force Ouvriere fue un éxito. La otra gran central sindical francesa, la CFDT, que no participó en la huelga del martes, convocó ayer su propia jornada de protesta. Unas 20.000 personas se concentraron en el Champ de Mars. Denunciaban la incapacidad de Balladur para combatir el paro.

Los últimos días han probado también que Francia está aislada en el espinoso asunto del GATT.

Los norteamericanos se han mostrado intransigentes y los alemanes se han inclinado más por Washington que por París. El próximo lunes, Balladur comenzará una ronda de consultas con líderes políticos, sindicales, patronales, agrícolas y culturales. Intenta saber hasta qué punto están dispuestos a afrontar una crisis internacional en caso de que no sean aceptadas las reivindicaciones francesas. Balladur se ve enfrentado a un dilema: si cede ante EE UU se enfrentará con una revuelta campesina y con la ira de su propia mayoría conservadora; si no lo hace, se opondrá al resto del mundo.

[En lo que respecta a la ambiociosa política de privatizaciones de Balladur, ayer fuentes oficiales del Ministerio de Economía aseguraron a Reuter que el conglomerado petrolífero y químico Elf Aquitaine puede ser el próximo candidato a la privatización.]

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