_
_
_
_

Una familia expulsada de un poblado volvió para vengarse y quemar tres chabolas

Francisco Peregil

Tres chabolas vacías ardieron ayer en un poblado próximo a la avenida de la llustración a las once de la mañana, como consecuencia de una reyerta entre familias por la venta de droga. Mientras dos unidades de bomberos aplacaban el fuego y una ambulancia atendía al único intoxicado por el humo, Juan Bautista, todos los hombres se apiñaron alrededor de un anciano con patillas blancas. "Él es el jefe de la tribu", bromeaban. Efectivamente, Félix tenía la clave de lo sucedido, pero no quería revelarla: "Han ardido tres chabolas, y ya está. No hay que hacer más preguntas".

Más información
El hombre que sabe callar

En un corrillo próximo, la mujer de Félix, con cuatro dientes de oro en la encía superior y pendientes dorados de unos diez centímetros, interrumpió la charla con sus comadres para ofrecer una versión más subjetiva: "Lo único que ha pasado es que ahí andaban unas familias siempre peleándose y emborrachándose y mi marido las echó. Entonces ellos se fueron a Vicálvaro y han vuelto para vengarse. Sólo eso".Pero había pasado mucho más. Juan Bautista y su esposa, María Porro ("no ponga el primer apellido si no quiere", sugería María), ofrecerían al rato una versión más completa. Mientras tanto, las mujeres hablaban de los culpables.

-Y diga usted que fueron los Bobos -aconsejaba otra vecina.

-Nooo, nooo, que mi primo también es Bobo y no tiene nada que ver. Ponga que han sido los Cucos.

-Bueno, pues ponga que la que tuvo la culpa de todo fue la Dolores, que es la que convenció a los hijos para que quemaran esto.

Juan Bautista, un payo treintañero de ojos azules y cabello rubio, llegó con la palabra love en cuatro dedos de la mano derecha, la misma palabra en la mano izquierda (el personaje de La noche del cazador llevaba hate -odio- en la izquierda) y Melilla morte en el bíceps. Explicó que su chabola estuvo a punto de arder, pero él, que había sido legionario, porque allí la gente lo conoce como El Melilla, él, que padece neumonía y que llegó al poblado hace tres años, podía haber muerto. Entonces su mujer dijo que todo había sido por culpa de la droga, y Félix le tiró del brazo para que no hablara, pero ella continuó: "Los que han quemado esto vivían aquí, en esas chabolas que han quemado, pero querían vender droga y el señor Félix no les dejó. Entonces se pelearon con él y tuvo que echarles. Eso fue el viernes. Ellos juraron que iban a quemar el poblado y han vuelto para quemar las chabolas donde vivían para que nadie se pueda meter en ellas".

El ex legionario aclararía que los incendiarios fueron recibidos con tiros al aire, y un hombre joven explicó que la ley gitana hay que obedecerla: "Cuando hay una pelea siempre sale el que lleva menos tiempo en el poblado. Además, ellos se enfrentaron al señor Félix, y Félix es un gran hombre. Y por si fuera poco, Félix tiene ocho hijos y los otros son sólo tres".

El alquiler de la casa

Juan Bautista explicó que a él también lo habían intentado echar, pero que él lo único que quiere es llevarse bien con todo el mundo, dar amor y seguir dándole al señor Félix las 20.000 pesetas que le cobra por el alquiler mensual de su casa: una chabola por cuya entrada pagó hace tres años 150.000 pesetas, a prueba de lluvias torrenciales como las de los últimos días, con frigorífico y televisor, con una canastita para Heidi, la gatita, y otras dependencias para Platero, el burro que compró hace pocos meses por 40.000 pesetas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_