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Reportaje:

A la espera del futuro patrón chino

Los habitantes de Hong Kong toman medidas ante su salida de la tutela de Londres y entrada en la de Pekín en 1997

Juan Jesús Aznárez

Los tres chinos de Hong Kong posan ante un cuarto con una sonrisa de oreja a oreja y acercan a la cámara un trofeo perseguido por muchos de los seis millones de habitantes de la colonia que en 1997 revierte a China: un pasaporte británico. Ninguno llega a los 25 años y todos bromean en el aeropuerto internacional del enclave antes de embarcarse ha cia el Reino Unido. "Nos vamos a trabajar a Londres, allí veremos si volvemos o no", dicen. Cada año, más de 60.000 residentes abandonan el territorio temerosos de las intenciones de los nuevos dueños, pero un fenómeno nuevo demuestra que los tiempos cambian. Otros miles trepan muros y sortean alambra das para volver a la China de la que huyeron. Han oído que en el capitalismo de Deng Xiaoping todo es posible.Hace ahora un año que el gobernador, Chris Patten, propuso una mayor democratización de los organismos de representación de la colonia para que sus actuales moradores dispongan de instituciones que preserven su estilo de vida y libertades cuando Hong Kong se convierta en una Región Administrativa de Régimen Especial. Durante doce meses de negociaciones, el Partido Comunista Chino (PCCh) se ha opuesto a cualquier modificación unilateral del actual marco político, corporativista y colonial, y avisó que si los británicos siguen adelante por su cuenta, la primera medida del nuevo mando será desmantelar las instancias surgidas del plan Patten.

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Recientemente se amenazó con tomar Hong Kong antes del plazo acordado el 19 de diciembre de 1984 si el proceso hacia la devolución se toma "caótico o inestable". Irene Lee, 30 años, ejecutiva, piensa que se alcanzará un compromiso porque ninguna de las dos partes está interesada en malograr el filón. Pero no desea "cambios radicales a última hora". "Si los británicos realmente quieren la democracia, ¿por qué no nos la dieron antes?", pregunta.

Ocupación por la fuerza

Jackie Sam, 50 años, comentarista político, piensa que la publicación por parte del PCCh de la advertencia efectuada por Deng Xiaoping a Margaret Thatcher hace 11 años, en el sentido de que China ocuparía la colonia por la fuerza si lo considerase conveniente, pretende meter miedo a quienes se quedarán en Hong Kong porque así lo desean o porque no disponen de pasaporte de entrada en un tercer país. "La idea es que la gente presione al gobernador para que se entienda con Pekín. Esto es lo que están haciendo ya por otras vías". Sam sostiene que una violenta ocupación del territorio, con el 96% de sus habitantes de origen chino, emigrantes o refugiados, arruinaría los planes de cientos de compañías. Y también las esperanzas de que la fórmula "un país, dos sistemas", acordada con Londres, pueda ser aceptada por Taiwan, país que Pekín considera una provincia renegada desde que en 1949 se instalaran en la isla los nacionalistas derrotados por Mao Zedong. "La resurección de ese discurso constituye también un recordatorio de que de todas formas Pekín tiene la mejor baza. No importa qué carta juegue el Reino Unido, no puede ganar". No todos piensan así y las últimas encuestas señalan que la mayoría apoya la iniciativa del gobernador.Hay mucho que arruinar en Hong Kong. No sólo el sólido andamiaje legal que facilitó una rápida prosperidad financiera y comercial, o proyectos económicos de envergadura actualmente en manos de contratistas británicos, norteamericanos o nipones. También China acusaría el golpe: este país ha superado a Estados Unidos y Japón en la cuantía del capital colocado en la colonia, 20.000 millones de dólares el pasado año, y un 75% de las inversiones comerciales extranjeras hacia las provincias abiertas al sistema de mercado pasan por Hong Kong. Es suficiente con tomarse un café, 1.500 pesetas, junto a las cristaleras de alguno de los hoteles de gran lujo de la colonia para comprobar los posibles efectos de la irrupción en Queen's Avenue de los carros de combate que hace cuatro años entraron a saco en Tiananmen El pasado sábado, en menos de una hora, diez deportivos Porsche, dos Rolls Royce, y otras caballerías de fina estampa, asustadizas todas ellas, aparcaban en la puerta principal de uno de estos establecimientos. "Aquí les encanta aparentar, que se vea bien su triunfo", comentaba el compañero de mesa, corresponsal con seis años de residencia en este puerto libre y centro financiero internacional donde el empresariado y la banca aceleran para hacer el máximo posible de dinero en los próximos tres años. "Muchas corporaciones y particulares piden hipócritamente la colaboración con Pekín mientras ellos hacen las maletas", subraya Jackie Sam. Representación popular en los órganos de decisión de la colonia no hay mucha que perder porque los penachos de los sucesivos gobernadores y los gremios empresariales o banqueros impusieron siempre su autoridad, pero si Hong Kong pierde la libertad de prensa e infraestructura legal numerosas firmas trasladarán sus domicilios sociales a otros países.

Hari Harilela, multimillonario líder de la comunidad india en Hong Kong, (24.000 miembros) ha decidido entenderse con el enemigo invencible. Es propietario de hoteles y fábricas textiles y consejero del PCCh en un comité que prepara la transición. "Mi prioridad fundamental es hablar con China, comunicarles las preocupaciones de la gente y sugerirles cómo pueden hacer que esta comunidad siga siendo éxito. Sabemos que va a gobernar Hong Kong en 1997. Aquellos a quienes no les gusta la idea tendrán que irse". Patten, en su último informe de gobierno, aseguró que de no llegarse a un acuerdo en las negociaciones bilaterales el Reino Unido aplicaría las reformas democratizadoras. El Gobierno chino recordaba su postura en un comunicado difundido ayer: "Si no hay acuerdo, los órganos elegidos en 1994 y 1995 desaparecerán el 30 de junio de 1997".

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