González se declara reformista frente al inmovilismo en el PSOE

El secretario general del PSOE, Felipe González, dio ayer un paso más en la concreción de los temas de debate ante el próximo congreso del partido y se declaró reformista frente a una fuerza inmovilista que, según dio a entender, existe entre los socialistas. González, que participó en la clausura del congreso de las Juventudes Socialistas en Madrid, rechazó, pese a todo, cualquier tipo de exclusión y adelantó que, tras el debate, la síntesis se hará por sí sola."Hay quien quiere que no cambie nada respecto a lo que pensábamos sobre el Estado en los años sesenta y quienes, entre los que me encuentro, queremos que haya cambios para mantener el Estado de bienestar", declaró el secretario general. González anunció que en esta etapa su tarea va a ser "integradora" y dijo que no cree que haya excesivos problemas en el proceso de debate sobre el Estado de bienestar, precisamente porque todos en el partido "quieren mantenerlo".

El presidente del Gobierno se planteó varios interrogantes a los que los socialistas dijo que deben tratar de dar respuesta: "¿Vamos a un concepto distinto de ocupación laboral? ¿Vamos hacia el reparto del trabajo?". González no se respondió él mismo a esas cuestiones, pero sí se mostró convencido de que los socialistas tienen que abandonar antiguos postulados que, como afirmó, las propias transformaciones de la sociedad han arrumbado.

Pese a un ambiente más inclinado a la izquierda, propio del congreso de jóvenes, y a la preocupación mostrada en los debates por los recortes en las prestaciones sociales, González dejó claro que las reformas, limitaciones o controles en los gastos sociales y en la protección para el desempleo o la jubilación no han hecho más que comenzar. La explicación de todo ello, para el presidente, es la de que si los socialistas no son responsables "se puede producir una quiebra del Estado de bienestar".

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