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107 minusválidos temen por el cierre de su taller

Los 107 empleados del taller Alda-Adiare, en San Fernando de Henares (26.000 habitantes), llevan nueve meses sin cobrar, como tantos trabajadores. Pero con una agravante: son minusválidos físicos o psíquicos, y para ellos es mucho más difícil encontrar empleo. La empresa, gestionada por sus padres, debe 150 millones de pesetas. Los pedidos han bajado, y también los precios. Han solicitado ayuda al Inem y a la Organización Nacional de Ciegos (ONCE), que les subvencionan. Temen el cierre y sospechan que habrá despido para los menos capacitados.

"Nosotros servimos para trabajar, y pedimos ayuda, no limosna". Esta es la idea que Bartolomé Fernández e Isabel Lázaro, ambos de 38 años y miembros del comité de empresa, han repetido por los numerosos despachos recorridos para solicitar apoyo. Una estantería con todos los productos envueltos, montados o ensamblados en el taller avala sus palabras."Es difícil que obtengamos beneficios, porque tardamos más que otros obreros en hacer el trabajo, pero los resultados son buenos y podemos acabar con las pérdidas y tener unos ingresos a medio plazo", explican los representantes de los trabajadores.

Se resisten a hablar de reconversión, aunque saben que esta medida pende sobre ellos. "Ganamos poco, pero el empleo nos da autonomía; algunos chicos, si no vinieran aquí, estarían en sus casas desesperados, sin hacer nada", agregan. Con ellos trabajan 22 monitores que no padecen ninguna deficiencia, a quienes también se les adeudan varios sueldos.

Además, buena parte de las familias precisan los ingresos de sus hijos discapacitados. Todos tienen sus esperanzas puestas en una reunión que hoy mantendrán el Ministerio de Trabajo y la ONCE.

En la empresa se rellenan muestras de champú, se montan teléfonos, se empaquetan cintas de vídeo y pegamentos, se fabrican enchufes y comederos de plástico y se envuelven tornillos y otras herramientas. Pero desde finales de 1992 el trabajo ha empezado a fallar.

Pedir créditos

Un miembro de la directiva explica que se ha llegado a la situación actual porque, desde hace años, el taller carecía de fondos de tesorería y se veía obligado a pedir créditos a los bancos. Este endeudamiento se ha ido agravando por los retrasos en las subvenciones que reciben del Inem.Además, algunos de sus clientes están en suspensión de pagos y no les abonan facturas pendientes. A eso se añade la crisis del mercado. "Ha descendido la demanda del tipo de trabajo manual que aquí se realiza, y también se paga menos a otras personas que trabajan en su casa, en la economía sumergida", añade.

A su favor juega que ofertan una mano de obra barata y preparada y que disponen de la maquinaria precisa. En este taller, que se fundó en 1979 con 10 empleados, el Inem paga las cotizaciones a la Seguridad Social de los 107 trabajadores y la mitad de sus sueldos, de 57.000 pesetas mensuales. La ONCE ha cubierto parte del déficit de los últimos años.

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