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La OPEP sacrifica cuota de mercado para fortalecer los precios del petróleo

Victoria Carvajal

Los precios del petróleo han tenido que retroceder hasta los 15 dólares, que en términos reales equivale a los mínimos que precedieron la crisis de petróleo en 1973, para que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) reaccionara. El desacreditado cartel ha acordado sacrificar cuota de mercado con el firme propósito de fortalecer los precios. El mercado ya ha reaccionado con una subida de más de un dólar y ahora espera a que la organización, a diferencia de otras veces, cumpla los recortes pactados para afianzar esta tendencia alcista.

En un clima de cohesión y compromiso sin precedentes en los últimos años, la OPEP ha demostrado a los países que todavía tiene los dientes afilados. El cartel acordó, la semana pasada en Ginebra, fijar un techo de producción global de 24,5 millones de barriles diarios (casi el 40% del consumo mundial) durante los próximos seis meses para acercar los precios al objetivo de 21 dólares fijado desde julio de 1990.Este nuevo techo supone, de hecho, un recorte con respecto a los 24,7 millones de barriles diarios que ha producido el cartel el último mes. La OPEP, como viene siendo habitual, producía muy por encima de su cuota oficial de 23,6 millones. Para que el nuevo acuerdo tenga el impacto deseado en los precios, la OPEP debe demostrar que esta vez sí cumplirá las cuotas.

Hay varias razones para pensar que así será. A juicio de Mehdi Varzi, analista jefe del departamento de petróleo de Kleinwort Benson, la firma del pacto por parte de todos los miembros, la aceptación de Irán y Kuwait -dos de los principales productores- de sus nuevas cuotas y la intervención de tres jefes de Estado en las negociaciones demuestran la solidez del acuerdo.

"Es un pacto estabilizador que pone fin a los contenciosos internos de la organización", señala este experto. El exceso de producción de Kuwait, que actuaba al margen de la disciplina de cuotas, ha sido resuelto. El emirato ha aceptado, tras una intensa negociación entre los jefes de Estado de Irán y Kuwait, producir 2 millones de barriles, 160.000 barriles menos que la capacidad que dice tener este país árabe, pero 400.000 más (un 25%) que su antigua cuota.

Varzi coincide con otros analistas del mercado en destacar también la extensión del acuerdo a seis y no tres meses como hasta ahora. Este plazo, que coincide con el aumento de la demanda en el hemísferio norte, ayudará, opinan las mismas fuentes, a corregir el exceso de inventarios del mercado y provocar una cierta escasez "a mediados del primer trimestre de 1994". Los precios entonces se pueden situar en tomo a los 18 dólares, añade. Ayer el mercado se vio además afectado por la inestable situación política en Rusia, el principal productor, aunque no exportador, mundial. Los precios subieron casi 50 centavos hasta los 17,40 dólares, pero el exceso de existencias en el mercado evitaron mayores oscilaciones.

Los analistas tienen claro que el acuerdo no hubieran sido posible sin el acercamiento de Arabia Saudí e Irán, primer y segundo exportadores del mundo, respectivamente. El ministro saudí Hisham Nazer dejó claro en Ginebra que su país ha cambiado de estrategia: Ahora le preocupan más los precios que la cuota de mercado. La amenaza de que el crudo podía caer por debajo de los 10 dólares si el cartel no lograba un acuerdo que convenciera a los mercados, pesaba en el bolsillo saudí. El reino, responsable de más del 33% de la producción global del cartel, tenía por ello especial interés en contentar a Irán y Kuwait con aumentos en sus cuotas para así evitar que estos países siguieran produciendo en exceso hundiendo aún más los precios.

Una llamada telefónica del presidente iraní Rafsayani al rey Fahd saudí logró acercar posiciones: Arabia Saudí congela su cuota de 8 millones mientras Irán aumenta la suya un 6%, de 3,4 millones de barriles a 3,6 millones. La aspiración iraní ha sido siempre ampliar su presencia en los mercados -produce el 14,68% del crudo de la OPEP-, pero evitando un deplome de precios. Por ello, la rápida expansión productiva saudí, aún a costa de deprimir los precios y evitar a otros grandes productores beneficiarse de los aumentos de la demanda, irritaba tanto hasta ahora a Irán.

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