Pensiones
Se ha dicho: el Estado quizá no pueda garantizar el pago de las pensiones de jubilación a quienes tienen ahora menos de 55 afios. Lo cual no impide que les cobre las cotizaciones a todos hasta la última peseta. 0 sea, que muy gracioso el Estado: para recaudar es reglamentista y estricto; para pagar, ya se verá.La advertencia es preocupante porque existen precedentes: numerosos jubilados perciben pensiones inferiores a lo que les corresponde. Durante toda su vida laboral estuvieron cotizando a la Seguridad Social cantidades proporcionales a sus nóminas, que generaban unas prestaciones concretas establecidas por la ley. Sin embargo, hace unos afios se fijó un tope máximo a las pensiones de jubilación y se redujeron todas - las que lo sobrepasaban. Fue una medida arbitraria, un expolio de derechos, que los poderes públicos pretendieron conformar aduciendo razones de solidaridad: no parecía justo que unos jubilados percibieran pensiones altas mientras otros las tenían de miseria. Pero el argumento era demagógico, pues aparte el sarcasmo que supone imponer solidaridad por decreto a unos ciudadanos en la etapa final de su existencia, esas pensiones no son un regalo del Estado, sino el fruto de unas cotizaciones cuantiosas, obligatorias por más señas.
Las entidades bancarias ofrecen una alternativa al azaroso futuro de la Seguridad Social y muchos trabajadores constituyen en ellas fondos de pensiones, por lo que pudiera ocurrir. Con lo cual pagan dos veces su seguro de vejez: una, forzosa, sin saber si el Estado cumplirá sus compromisos; otra, carísima, ya que entra en las cuotas el beneficio previsto por el banco para esta operación.
Resulta que después de tanto socialismo, tanta modernidad y tanta lucha, van a ser más fiables los bancos que el propio Estado. Tiene bemoles el asunto.
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