El primer ministro de Australia anuncia a Isabel II que quiere convertir su país en una república
La reina Isabel U recibió ayer al primer ministro australiano, el laborista Paul Keating, en su residencia escocesa de Balmoral. El encuentro proporcionó una oportunidad óptima para exponer abiertamente los ideales republicanos del jefe de Gobierno australiano. Es la primera vez que la reina de Inglaterra y de los Estados de la Commonwealth se enfrenta cara a cara con un político australiano que quiere acabar con sus poderes.
El viernes, Keating sugirió en Londres que la mayoría de los ciudadanos británicos y australianos secundan su objetivo de convertir Australia en una república federal para el año 2001. "Un gran porcentaje de australianos (posiblemente la mayoría de los australianos) cree que la maquinaria ya no es apropiada", explicó a la audiencia que le recibió en Australia House, en Londres.Esta maquinaria se centra en el hecho de que la reina Isabel, es, además, jefa del Estado australiano. Durante la campaña electoral la primavera pasada, que finalizó con una victoria del Partido Laborista, Keating prometió convertir Australia en un república si su país lo acepta en un referéndum que se celebrará a final de siglo.
Este fin de semana, el primer ministro laborista ha tenido la oportunidad de explicar personalmente a la reina Isabel el proceso que puede concluir en su destitución como jefa del Estado australiano. Para ello, es necesario que la mayoría de los ciudadanos y cuatro de los seis Estados australianos, por lo menos, den su voto favorable a la cuestión republicana. Un voto positivo daría paso, en el año 2001, a la elección democrática del primer jefe de Estado de la República Federal Australiana.
El primer ministro australiano goza de escasas simpatías entre los súbditos monárquicos británicos. Los medios de comunicación recuerdan todavía el desaire de Keating hacia la soberana británica, que tuvo lugar durante su visita oficial a Camberra el año pasado. Entonces, el político australiano, saltándose las normas del rígido protocolo que gusta a la casa real británica, posó su mano sobre el hombro de la reina ante la sorpresa y disgusto de los observadores. En su defensa, Keating respondió que su gesto había agradado a su jefa de Estado.
En su recorrrido por el Reino Unido, Keating intentó mostrar un tono de cordialidad. Por ello, en Londres, este político republicano insistió en que un cambio constitucional fortalecerá las relaciones entre el Reino Unido y Australia.
El matrimonio Keating tiene previsto salir hoy del palacio de Balmoral, residencia veraniega de la Reina Isabel, con destino a Irlanda, cuna de los antepasados del líder australiano.
La procedencia irlandesa de Keating colabora a aumentar el recelo que sienten algunos británicos por su figura. Para la prensa sensacionalista londinense, el jefe del Gobierno australiano no es más que "un irlandés que disfruta provocando, y lucha por alterar las reglas del juego".
Los monárquicos británicos más optimistas aseguran, por su parte, que Keating tendrá dificultades para convertir su país en una república. Apuntan, entre otras cosas, que se han celebrado 42 referendos en Australia sobre materias constitucionales, y advierten que sólo en 8 ocasiones se produjo el cambio deseado.
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