Triunfalismo a tope

Domecq / Manzanares, Ortega, Caballero

Toros de Juan Pedro Domecq, bien presentados, varios sospechosos de pitones, flojos, bravos y nobles.

Manzanares: algunos pitos; dos orejas; salió a hombros. Ortega Cano: división, oreja. Manuel Caballero: oreja; silencio

Plaza de Albacete, 17 de septiembre.

10ª corrida de feria. Lleno.

Autoridad y público coincidieron ayer en un desaforado triunfalismo que maquilló las estadísticas orejiles en una tarde en la que se alumrbó escaso toreo para tanto premio. Los toros artistas de Juan Pedro, tan al gusto de las figuras, sacaron casta, tan a disgusto de las figuras; pero éstas se encontraron también con la flojera o invalidez de sus enemigos, por oo que se disolvió en parte la bravura. No obstante, esta casta rebajadita llevó por el camino de la amargura a Manuel Caballero, en el que cerró festejo, que lo tuvo siempre a su merced porque el descentrado paisano no le pudo. También le desbordó el invalidísimo tercero aunque en menor medida y, por ello, le esturreó algunos muletazos persiguiéndole por todo el ruedo.

La tradicional abulia de Manzanares la manifestó éste con el primero, al que no quiso ni ver. Con el cuarto, el alicantino cascabeleó un montón de unipases, entre los cuales destacaron los de pecho, en los que toro y torero se fundían en un arrebatado grupo escultórico. Una faena que si la hace Perico el de los Palotes, nadie hubiera valorado tanto.

Algo que no logró Ortega Cano, a pesar de que fue el único que brilló con el capote. Pero la bravura del segundo le vino amplia, y aunque se motivó en el quinto con el triunfo de Manzanares, no llegó a redondear el cante jondo que pretendía.