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Siete años de carcel para El Perillán Perfumado

El hombre que se hizo pasar por inspector de Sanidad municipal, y que estafó a más de una veintena de propietarios de bares y locales de las zonas de Tetuán y del barrio del Pilar, ingresó ayer en la cárcel para cumplir una condena de siete años y cuatro meses de prisión. Ha cometido los delitos de falsedad en documento oficial, estafa y usurpación de funciones.Alejandro Torralba, apodado El Perillán Perfumado (porque asistió al juicio con un traje impecable que desprendía un fuerte olor a colonia), acudió ayer dócilmente a los Juzgados de la plaza de Castilla para desde allí ser conducido a la prisión. Sólo pidió llevarse una radio a la cárcel.

La sentencia le obliga a devolver las más de 200.000 pesetas que en pequeñas cantidades -entre 4.000 y 15.000 pesetas- logró estafar a sus víctimas. El propietario de una hamburguesería, cada vez que se acordaba de la forma en que Torralba le había estafado (unos dos mil duros), iba en su búsqueda y le propinaba una paliza.

Según la sentencia, Torralba actuó como auxiliar de la Empresa de Recaudación Ejecutiva del Ayuntamiento de Madrid desde el último trimestre de 1988 hasta el primero de 1989. Su trabajo se limitaba exclusivamente a notificar, con testigos, requerimientos de pago de arbitrios. Nada más. Sin embargo, prescindía de los testigos y acudía a domicilios de contribuyentes requiriéndoles el pago de impuestos en el acto, provisto de recibos del Ayuntamiento previamente manipulados por él. Eliminaba el recuadro donde claramente se advertía al contribuyente que los pagos sólo se podían efectuar a través de entidades de ahorro. Fue despedido al observar sus jefes su irregular actividad.

Carné falso

Meses después de ser despedido, Torralba volvió a las andadas. Y visitó "no menos de una veintena" de locales, principalmente bares, haciéndose pasar por inspector de Sanidad municipal. Exhibía un carné falso, inspeccionaba el local y levantaba actas de infracción con anomalías o "irregularidades mendaces": falta de papel higiénico en el servicio, de toallas... Luego refería las irregularidades al dueño del local y, sobre la marcha, le imponía una sanción económica cautelar, que obligaba a satisfacer en el acto bajo la amenaza de aumentarla en un 100%. Y advertía que volvería al local 15 días después para comprobar si se habían subsanado las deficiencias. Así logró estafar a muchos propietarios de locales.

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