México confía en que Clinton logre el apoyo del Congreso para el Tratado de Libre Comercio
El presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, se mostró el martes confiado de que el Tratado de Libre Comercio (TLC) de América del Norte y sus acuerdos paralelos sortearán el escollo del Congreso de su país y entrarán en vigor el año próximo. Clinton abría así una campaña a favor del TLC ante la fuerte oposición que genera en su país compartir decisiones económicas con socios extranjeros, pese a que los mexicanos son actualmente hoy días los principales consumidores de productos norteamericanos en el mundo. En México se esta pendiente ahora de los avatares del TLC en el Congreso de Estados Unidos. Se confía en que el presidente estadounidense logre el apoyo necesario, pero existe también cierta inquietud.El TLC se encuentra ahora en manos del Congreso de EE UU, donde hay fuertes divisiones en cuanto a su utilidad. Además de determinados e influyentes sindicatos, como la ALF-CIO, que agrupa a 14 millones de trabajadores, y grupos ecologistas de, gran presencia social, hay un importante sector proteccionista del Congreso de Estados Unidos, curiosamente encabezado por representantes y senadores de la mayoría demócrata, que no está de acuerdo con el Tratado de Libre Comercio.
El TLC estaba ya cerrado por la Administración de George Bush con sus socios canadienses y mexicanos, pero con la llegada de Clinton a la Casa Blanca se forzaron unos acuerdos paralelos sobre medio ambiente y cuestiones laborales que han tenido como objetivo atender las demandas de unos trabajadores que se sentían amenazados por la mano de obra barata mexicana y unos grupos ecologistas que consideraban a México como uno de los países donde con más facilidad se violan las leyes medioamebientales. Lo cierto es que el TLC se ha convertido en el tratado más respetuoso del medioambiente jamás firmado por EE UU dentro y fuera de sus fronteras.
El logro ha sido arrastrar a México, de manera que su desarrollo ambiental va a estar en el futuro ligado al de Estados Unidos. También garantiza que la posibilidad de un éxodo de empresas norteamericanas a México no perjudicará a los trabajadores estadounidenses.
Una cláusula de los acuerdos paralelos firmados el martes advierte que se suspenderán los beneficios del libre comercio cuando las partes no lleguen a una solución satisfactoria en alguna demanda de medioambiente. Lo mismo ocurriría con los problemas laborales.
Sin embargo, si hay un país que sale ganando de entrada con el TLC es México. Clinton ha dicho que este acuerdo proporcionará en sus dos primeros años en vigor 200.000 nuevos puestos de trabajo para su país. Pero a México no sólo le brindará nuevos puestos de trabajo sino todo un horizonte para su actual crecimiento y desarrollo. Al ser el socio más pobre será también el que mayores beneficios obtenga en los primeros años de la entrada en vigor del acuerdo, que prevé la caída total de aranceles en 15 años.
Prácticamente el único problema que tiene el TLC a partir de ahora es el Congreso norteamericano. Uno adicional, como es una mayor democratización del sistema político mexicano para que quede homologado al de sus otros dos socios, llegará con el tiempo. Canadá ya lo ha ratificado parlamentariamente y México lo hará en breve, si bien en este país este paso parlamentario es puro trámite ya que el Gobierno tiene mayoría en las dos Cámaras.
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