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Crítica:POP: MÚSICA EN LAS VENTAS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

A volar solo

Miguel Bosé es una estrella. Como Raphael, Lola Flores, Joan Manuel Serrat, Amalia Rodrigues, Sting o Peter Gabriel. Una estrella que en Madrid, y ante 13.000 personas, ofreció su mejor cara. Al contrario que Manolo Tena, que se presentó en el mismo coso hace dos días, domina el espacio que usa. También al contrario que Tena, sus canciones no tienen esa emoción que toca fibra. Pero esta vez, Bosé ha elegido bien el sitio, con Peter Gabriel como referencia.Bosé recordó a Gabriel en el diseño de luces, por la utilización de las estructuras móviles. También apuntó al británico en algunas actitudes escénicas -saltitos, etcétera- y en los ambientes y arreglos de muchas canciones. Es una buena referencia, que significa un paso cualitativo de enorme peso en su carrera porque, a pesar de estas buscadas coincidencias, Miguel Bosé ofreció un excelente recital; el mejor de los realizados por el cantante en Madrid por su solidez, consistencia y constante progresión en la evolución de su trabajada y profesional carrera.

Miguel Bosé

Miguel Bosé (voz), Manuel Villalta (director musical, teclados), Javier Catalá (guitarra), Edith Salazar (teclados, coros), Javier Quílez (bajo), Sergio Castillo (batería). 13.000 personas. Precio: 2.000 y 3.000 pesetas. Ciclo Música en Las Ventas. Plaza de toros de Las Ventas. Madrid, 9 de septiembre.

Su planteamiento musical fue muy respetable. Manuel Villalta ha realizado un buen trabajo poniendo en marcha las ideas de Ross Collum, productor de su último disco que ha supervisado el sonido de la gira. Ideas que se basan en un sonido espeso y grave, con predominio de teclados y de programaciones bien pensadas y cálidas. Esta muralla sonora, al gusto contemporáneo, arropa bien una voz que ha buscado la tesitura conveniente, apartándose cada vez más de los agudos. Pero la aportación más valiosa del nuevo Bosé es su preocupación por dar sentido a su música; sentido estético -acercamiento a Gabriel-, e ideológico -ataques al amarillismo de los medios, actitud ecológica, antibelicismo...-, sin afán de pretenciosidad y, en ocasiones, con un logrado sesgo bienhumorado.

Unidad

Con estos mimbres, Miguel Bosé ha logrado dar consistencia a su música, que ahora ofrece mayor sensación de unidad. Existen algunos altibajos entre su repertorio más reciente -Bajo el signo de Caín, Sol forastero, Wako Shaman...- y algunos temas del antiguo -Los chicos no lloran...-, pero el resultado no hace tanta agua como para hacer peligrar el barco. Esta consistencia se ve apoyada por el afortunado abandono de la faceta Bosé-bailarín y por su positivo acercamiento a un público que, a pesar de comer de su mano, nunca se encuentra encerrado ni dominado, sino que se le deja capacidad de acción en las palabras que le dirige el artista.El problema de Bosé continúa siendo el repertorio. Alterna excelentes canciones con otras que apenas rozan el mínimo en un planteamiento como el actual, que huye de rentabilizar pasiones ya no tan adolescentes como en el pasado, pues el público de Bosé ha crecido con él. Sus textos, excesivamente rebuscados, ganarían con un tratamiento más natural y directo. Son los peros de un camaleón, que, a través de referencias, busca un lugar propio. La del penúltimo Peter Gabriel quizá sea la lanzadera para crear un lenguaje radicalmente personal y, utilizando estímulos únicos, volar solo.

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