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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Turismo cultural

EDIMBURGO, AVIÑÓN, Bayreuth, Salzburgo... son ciudades que cada verano se convierten en cabecera de unos carteles de teatro, música y danza que justifican el llamado turismo cultural. Algo que ofrece enseñanzas para un país como el nuestro, cuya riqueza depende en un 10% de esa industria. Frente a las riñas por contratar un espectáculo en exclusiva que se han dado entre algunos festivales españoles, con el consiguiente encarecimiento del fichaje y el menor aprovechamiento del viaje, Edimburgo y Salzburgo, por ejemplo, han solido trabajar en régimen de coproducción remitiéndose mutuamente los espectáculos.Estos festivales son sobre todo centros de producción. No se limitan a fichar un montaje, en busca de la pieza más llamativa que ya cuenta con buena prensa. Arriesgan con espectáculos de producción propia y son una plataforma para su teatro nacional. En España existe la tendencia de pensar un festival como la ocasión de ver lo que no se ha visto en un año. De verlo, eso sí, todo en muy poco tiempo para agobio y empacho de los escogidos consumidores de este tipo de ofertas. ¿Es forzoso buscar la excusa de un festival para importar periódicamente espectáculos ya acreditados? ¿Por qué no puede ser una oferta normalizada a lo largo de toda una temporada para sosiego de los espectadores? En pocos días se oferta un número de butacas que no puede llenar el público local y, sin embargo, tampoco ofrecen una cartelera suficientemente prestigiosa o arriesgada como para que un turista ilustrado decida acudir y llenar una de esas butacas sobrantes. En España hay ejemplos curiosos, como ciudades que no tienen temporada teatral y, en cambio, no prescinden de un festival escénico.

¿Por qué tienen los festivales españoles tan poca inclinación a la producción de montajes propios que, además, puedan ser motivo de intercambio con otros y una ocasión de apoyo para los grupos españoles? Mientras que en el terreno musical hay unos pocos festivales -tanto públicos como privados, tanto modestos como más ambiciosos- con corrección de planteamientos, en el terreno de los festivales multidisciplinares el mare mágnum no es sólo de géneros, sino de una gestión pródiga en despilfarros, aunque sus presupuestos sean modestos en comparación con los grandes de Europa.

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