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Entrevista:

"Hay que decir basta al horror"

ENVIADO ESPECIALCornelio Sommaruga, de 61 años, los seis últimos al frente del CICR, defiende la necesidad de que, incluso en la guerra, quede abierta una ventana a la dignidad humana. La ocasión para impulsar este principio será la Conferencia Internacional sobre la Protección de las Víctimas de la Guerra, a celebrar en Ginebra entre el 30 de agosto y el 1 de septiembre. Se espera que participen 189 países, en respuesta a una convocatoria del Gobierno suizo, a instancias de la Cruz Roja.

Pregunta. ¿Qué hechos concretos justifican la reunión?

Respuesta. En los últimos años, vemos casi cada día cómo niños, mujeres, ancianos, soldados y civiles mueren de hambre, son torturados, masacrados, forzados al exilio en masa, internados en condiciones horrendas, víctimas de la violencia ciega. El CICR y otras organizaciones humanitarias se enfrentan continuamente a numerosas dificultades para lograr que los Gobiernos y las facciones en lucha en decenas de guerras en todo el mundo respeten las reglas esenciales del derecho internacional humanitarios, recogidas en las convenciones y protocolos de Ginebra. Hay que decir basta al horror.

P. ¿Es ése el objetivo, dar un aldabonazo de atención?

R. Es más que eso. Es poner a los Gobiernos ante la gran distancia que separa a sus compromisos públicos, a su acatamiento formal de los tratados, del comportamiento real en los conflictos bélicos. Es crear una nueva dinámica, una obligación pública y colectiva de que incluso en la guerra, el gran fracaso del diálogo y la convivencia, se mantengan abiertas algunas ventanas humanitarias.

P. ¿Se celebraría la conferencia de no haber una salvaje guerra en el corazón de Europa?

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R. No puedo decir si Suiza, depositaria de los tratados sobre el derecho internacional humanitario, la habría convocado, pero lo que sí puedo asegurarle es que la Cruz Roja lo habría pedido, especialmente después de que su última conferencia, prevista para 1991, tuviera que suspenderse a causa de insolubles problemas sobre la representación de Palestina. Naturalmente, la desgraciada actualidad en la antigua Yugoslavia proporciona una motivación adicional al haber sacudido la conciencia del mundo, pero no olvide que, desgraciadamente, los conflictos no se limitan a Bosnia, o a Europa, sino que son moneda corriente en otras zonas del planeta.

P. Parece inevitable que la sombra de Bosnia planee sobre el encuentro.

R. Ojalá no sea así. El año pasado, por ejemplo, la Cruz Roja visitó a 95.000 prisioneros en 54 países. Los problemas no se acaban en Bosnia-Herzegovina. Nosotros tenemos destacados allí más de 200 hombres y mujeres. Pero también estamos presentes en Georgia, en Azerbaiyán, en Armenia, en el sur de Sudán, en Ruanda (donde hemos atendido a un millón de personas)... Y en Asia, en Sri Lanka, en Afganistán... en el Próximo Oriente, en el sur de Líbano y los territorios ocupados, por Israel. Y en Europa del Este. La lista completa sería casi interminable.

P. ¿Hasta qué punto han sido eficaces las convenciones de Ginebra?

R. Su efecto se ha dejado notar favorablemente en la acción del CICR y en la protección de los sectores de población no involucrados directamente en los conflictos.

P. Si ya es difícil que los Gobiernos respeten la legislación humanitaria, pretender que lo hagan facciones en lucha debe resultar poco menos que utópico.

R. En buena medida, tiene usted razón. Pero nuestra experiencia en multitud de conflictos es que incluso en esas circunstancias, la Cruz Roja es capaz de transmitir de forma directa, y con eficacia, el mensaje de moderación y contención, tanto a Ejércitos regulares como a grupos rebeldes organizados.

P. ¿Es que la guerra puede ser civilizada?

R. No. La guerra es siempre horrible, inadmisible. Pero es necesario creer, y actuar en consecuencia, que incluso en la guerra hay un espacio para la aplicación de normas mínimas de respeto a la dignidad humana, de limitación de los daños, de evitación de los abusos y atrocidades. Ésa es la gran lucha de la Cruz Roja.

P. ¿Son peores las guerras de hoy que las de antaño?

R. Es difícil saberlo. Estoy seguro de que en el pasado se cometían tropelías abominables, pero de una forma diferente. La sociedad cambia, se desarrollan nuevas armas, se crean situaciones distintas. Pero ahora sabemos mucho más de lo que ocurre, a causa de los medios de comunicación y de la acción de la Cruz Roja y otras organizaciones humanitarias. Podemos acceder a muchos de los escenarios de los conflictos y ver en directo lo que ocurre. Hoy es muy difícil ocultar nada.

P. ¿No existe el riesgo de que la conferencia se convierta en un museo de hermosos discursos y solemnes declaraciones, sin efectos concretos?

R. Confío en que se, alcance una sensibilización a nivel político de la corresponsibilidad de toda la comunidad internacional a reaccionar sobre la base del derecho humanitario que ya está en vigor, y que la mayoría de los Estados se ha comprometido a respetar. También espero que abra una dinámica nueva, que permita despolitizar la acción humanitaria, que no se utilice ésta como coartada para determinadas decisiones que son cualquier cosa menos imparciales.

P. El objetivo de la conferencia es no tratar de situaciones concretas pero, ¿no se corre el riesgo de que, como la cumbre sobre Derechos Humanos de Viena, se convierta en escenario de las disputas sobre la situación en Bosnia?

R. Hay que afrontar ese peligro, pero espero que los Gobiernos se ajusten al propósito de la reunión y que la presidencia suiza no permita que se desvíen de su objetivo. Además, la conferencia de Ginebra es un animal diferente que la de Viena, más corta y sencilla en su desarrollo y en sus objetivos, despolitizada y dirigida específicamente a la protección de las víctimas de los conflictos.

P. ¿Como puede imponerse el derecho humanitario?

R. Que el CICR pueda trabajar hoy en 35 países en guerra significa que en esos casos las convenciones y protocolos de Ginebra son respetados, al menos en cuanto a dejar trabajar a una institución que lucha, precisamente, por que se apliquen los tratados. El respeto a estas leyes depende mucho de la corresponsabilidad de toda la comunidad internacional. ¿Cómo lograrla? Hay muchos medios diplomáticos, pero lo que nosotros querríamos lograr con la conferencia es que se amplíe la difusión de las disposiciones existentes, que haya un mejor conocimiento de los derechos de las víctimas y las obligaciones de los Estados y los bandos en conflicto. Por parte de los políticos, pero también de los policías, los soldados, los intelectuales o los servicios sanitarios.

P. ¿Y en cuánto al castigo de los culpables?

R. Ya existe en las convenciones de Ginebra una jurisdicción penal para la represión de las violaciones del derecho internacional humanitario. Pero es necesario impulsar la creación de una jurisdicción única, universal. Hay algunos instrumentos, como la Comisión Internacional de Establecimiento de los Hechos, en la que participan 35 países, pero es necesario ir más allá.

P. ¿Se puede ser neutral en la acción humanitaria?

R. Sé debe, pero nunca en relación con las víctimas.

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