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Entrevista:

"Crear empleo exige un sacrificio incontestable de los trabajadores"

Su primera labor ha sido zambullirse en el pacto social. Un pacto que no concreta en sus detalles pero del que desmenuza su filosofía, y sobre el que habla de inmediato, sin pregunta previa, casi hasta sin avisar."El pacto social es una manera de ser, una especie de modelo y una herramienta de trabajo. Existe tácitamente en Europa, donde ha supuesto que se moderen un poco los sufrimientos de las personas, en el sentido de que si enfermo puedo obtener una sanidad, mis hijos una educación, y si envejezco o caigo en desempleo tengo una pensión. Y ésas son las grandes preocupaciones de las personas. De ahí que para nosotros ese trípode de sanidad, pensiones y empleo sea el que sustenta nuestro tipo de sociedad. En determinados momentos, ese pacto tácito conviene que se haga expreso, y en ello estamos. El pacto social es la seña de indentidad de Europa y condiciona un modelo distinto al americano o al japonés. Ciertamente, es un modelo que en los últimos tiempos está recibiendo alguna estopa. Nuestro esfuerzo es consolidarlo, que mejore, y eso exige reforzar la solidaridad y la eficacia. Muchos pensamos que el gasto social no es un gasto, es una inversión en cohesión social que permite vertebrar sociedades.".

Pregunta. ¿Reforzar la eficacia supone reducir cuantitativamente la protección social?

Respuesta. Bueno, esto sería un poco el concepto monetarista de la protección social: la prestación social es mejor cuanto más dinero acoge. Es lo que podríamos llamar la función nominalista de la partida presupuestaria. La partida presupuestaria de desempleo es buena y cuanto más sea es más buena, y lo mismo en sanidad. Yo creo que no es así. No estoy tan preocupado por el dinero. Nuestro objetivo es un objetivo de coherencia, de que el gasto social cumpla efectivamente su objetivo social. Esto, en muchos gastos, es muy fácil de establecer, pero en desempleo es más difícil. Del gasto en desempleo -2,1 billones-, 270.000 millones, que no son tres pesetas, los vamos a gastar en expedientes de regulación de empleo. A lo mejor es que estamos haciendo también política industrial, estamos soportando toda la modernización de la automoción o de sectores por el estilo. Es decir, que es un discurso un poco más amplio que el exclusivamente presupuestario.

P. Pero para mantener la protección con la actual situación económica, ¿hay que rebajar las prestaciones?

R. Lo que se está tratando es la reducción selectiva del gasto público. La frase es excesivamente esotérica, ¿no? Pero significa que el incremento porcentual al alza año tras año no mejora la prestación y pone en peligro nuestro modo de sociedad. La obligación que tenemos es mantener el sistema.

P. Para eso, ¿es fundamental el control del fraude?

R. Es una pieza vital. Pero yo creo que la sociedad tiene una imagen del fraude que presumo engañosa, que es la del fontanero o la del peón agrícola. Y, bueno, es algo mucho más complejo, donde no hay culpas; hay responsables, y lo somos todos. El Gobierno el primero, porque mucho fraude tiene un origen legal. El 23% de la factura del desempleo se origina en las mediaciones en los organismos de arbitraje y conciliacion. Según eso, habrá que ver si es verdad que ahí hay involuntariedad o no en el paro, etcétera. Se va a crear un grupo de estudio compuesto por dos o tres miembros de cada uno de los cuerpos de la Inspección del Estado para que trate todo el gasto social. No tengo una idea clara de cómo evitar el fraude. No tengo soluciones claras casi respecto a nada. Lo que tengo claro es que el pacto es una herramienta esencial.

P. ¿En qué sentido?

R. Es una reivindicación del diálogo. No está en nuestro ánimo ir con posturas cerradas a la mesa de negociación, ir con un cierto iluminismo, sino intentar aprender también de los demás.

P. Tal como lo plantea, la negociación puede durar mucho tiempo. Y hay cuestiones que no admiten demora.

R. Para empezar, estamos en política de rentas. En este apartado defendemos que tenemos que hablar de todas las rentas, no sólo las salariales, y que todas tienen que se coherentes con la inflación programada. Y digo esto para limitar un poco el escándalo suscitado por las declaraciones del ministro Solbes sobre las pensiones, porque ya lo habíamos dicho en la mesa.

P. ¿Dice que ya se había tratado en la mesa de negociación?

R. Que política de rentas era todas las rentas y que todas se querían pactar en función de la inflación programada, claro que sí. Todas las rentas: de activos, de pasivos, de beneficios... Y, evidentemente, una renta de pasivos fundamental es la pensión. El compromiso es y sigue siendo mantener el poder adquisitivo. Luego estamos viendo también cómo reinvertir socialmente todo el sacrificio que se está exigiendo y, además, que se está exigiendo muy directamente. Y en algunos casos singulares como los funcionarios, doblemente. También vamos a tener que hablar mucho de mercados de trabajo. Aunque no creo que la modificación normativa promueva más empleo inmediatamente.

P. ¿Y la política de rentas?

R. Tiene un reflejo mayor inmediato. En realidad, estamos construyendo una especie de escalera por la que intentamos ir escalón tras escalón. Van a ganar menos la mayoría de los ciudadanos de este país. Pero ello tiene que reportar inmediatamente una mejor competitividad de las empresas que, a su vez, aumente la confianza. Eso permitirá reducir los tipos de interés y acabar controlando el déficit. Es el único entramado que conseguirá crear empleo.

P. Parece que se pide más esfuerzo a los sindicatos que a los empresarios.

R. El primer paso para crear empleo exige un sacrificio incontestable de los trabajadores, pero incontestable, tangible, de pájaro en mano. Podrá haber ciento volando, pensamos que sí, pero, de entrada, el sacrificio lo dan inmediatamente los trabajadores. No cabe duda. Pensamos que se harán otras cosas también, pero no vamos a ocultar que el mayor sacrifico, e inmediato, es el que se le exige a los trabajadores.

P. ¿A cambio, los sindicatos tendrán alguna compensación?

R. La compensación es que vamos a crear más empleo, a consolidar el sistema de protección social, a reforzar la presencia sindical en un mercado equillbrado. Se pueden impulsar políticas industriales de apoyo. Todo esto exige confianza entre las partes y se está viendo que existe.

P. Pues se ha hablado de frente antipacto. ¿Se nota?

R. En la mesa, no. La gente quiere negociar, tiene miedo, todos tenemos miedo. La situación es muy difícil y el pacto puede proteger un poco. Puede ser una especie de lecho, de cobijo.

P. ¿Cómo se van a conjugar los distintos tiempos del pacto? La reforma del mercado de trabajo puede llevar meses, pero la política de rentas, no.

R. Pues se articula con una dificultad enorme. La negociación sobre lo concreto debería ultimarse en septiembre, de modo que en caso de acuerdo tenga reflejo presupuestario. Eso podría combinarse con un tratamiento en profundidad de los demás temas.

P. ¿Se van a autorizar las agencias privadas de colocación?

R. La condición sine qua non es que antes el sistema público funcione.

P. ¿Qué pasará con la contratación y el despido?

R. Hemos establecido el principio de la causalidad, que expuesto para el comienzo de la relación, es sensato que funcione en todos los tramos del contrato. No hemos expuesto nada sobre agilidad y abaratamiento de los despidos. Es un tema que hay que estudiar. Y es un asunto que va a ser difícil, porque hay que comprender que en este país extinguir los contratos no ha sido muy difícil. Lo que es bueno es acudir a la mesa con ideas no preconcebidas. Si la autorización administrativa previa en los despidos colectivos es un obstáculo para la creación de empleo, quítese. Pero es que no lo veo tan claro.

P. ¿Cómo las mismas partes que se han tirado los trastos a la cabeza los últimos años van a dar imagen de credibilidad para negociar el pacto social?

R. Nos hemos sentado urgidos por la sociedad española, que quería un acuerdo.

P. Hasta 1996, según las previsiones, la economía española no crecerá el 2,5%. ¿Sólo entonces se creará empleo?

R. No lo sabemos. No vamos a decir qué número de empleos se van a crear. Hay que crear un clima de confianza. Creemos que se está reduciendo el incremento del PIB en relación con la creación de empleo. Sin embargo, en España, incluso en época de rápido crecimiento económico, hay un 16% de paro. ¿Por qué? ¿Por qué hay menos empresarios que en otros países? Todo esto exigirá un debate más racional, menos de calificativos y gracioserías. A veces parece que el político más listo es el que dice la frase más graciosa.

P. ¿Se va a modificar el Plan de Empleo Rural (PER)?

R. Debe ser necesariamente modificado.

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