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LIDIA / MÁLAGA

Sueño de aficionado

Antonio Lorca

El aficionado a los toros es un soñador. Claro, como paga... Sueña que el toro tiene presencia, cuajo, casta, bravura y nobleza; sueña que el torero convierte en realidad sus ilusiones; suena con el triunfo, con la emoción, con la belleza...Cuando despierta, la única verdad es que ha pagado. El toro que tiene trapío, no tiene cara, y el que tiene cara, se desploma en el albero; al torero artista le sobra desconfianza; al elegante le falta valor, y al valeroso, quietud. O sea, el mundo al revés. Como para hacer una obra de arte en diez minutos.

Los toros de Benítez Cubero, bien presentados, pero muy flojos, no soportaban ni el sueño del aficionado más justo. Muy serios de pitones el primero y el sexto, pero todos puro engaño. Bonita presencia, pero sin el misterio de la bravura; fotogénicos, pero armarios empotrados.

Sin méritos

Armillita es torero mexicano y artista. Pepe Luis Martín es de Ronda y elegante. Javier Vázquez, madrileño y valeroso. Ninguno de los tres se mereció el sueño de un aficionado. El artista, precavido. El elegante, incompleto. El valeroso, atolondrado.Las perchas del primero de la tarde eran para asustar a cualquiera. A Armillita, también. El animal era muy noble, pero sus pitones imponían una barbaridad. El torero no se confió, y mató mal, como es lógico en estos casos. En el cuarto, estuvo más cerca, pero el toro no tenía casta, ni recorrido, ni nada.

Pepe Luis Martín tiene el don de la elegancia; es joven y parece ilusionado; necesita triunfos. Pero es un champaña de mala calidad. Sale con una fuerza arrolladora, su toreo se paladea con gusto, pero las burbujas se pierden con rapidez. Toreó muy bien de capote a ambos toros; destacó, sobre todo, en un precioso y ceñido galleo por chiquelinas a su primero. Lo banderilleó con entusiasmo. Su ánimo decae, sin embargo, en el tercio final. Su. primero no era fácil, pero el torero prefirió los adornos y la pinturería a la verdad. En su segundo, estuvo más animoso, pero sin rematar en ambas faenas. Ni la vuelta al ruedo ni la oreja se las mereció.

Javier Vázquez tiene valor para dar y regalar. Aguantó tarascadas sin inmutarse, pero a su toreo le faltó sosiego. Arriesgó en banderillas con más voluntad que acierto. Por culpa de sus descastados toros, pasó sin pena ni gloria.

Cuber / Armillita, Martín, Vázquez Toros de Benítez Cubero, bien presentados, muy flojos, nobles y descastados. Miguel Espinosa Armillita: tres pinchazos, descabello, un pinchazo y estocada (silencio); pinchazo y estocada (silencio). Pepe Luis Martín: pinchazo hondo y cuatro descabellos (vuelta); pinchazo y estocada (oreja). Javier Vázquez: dos pinchazos, media y cinco descabellos (silencio); tres pinchazos y casi entera (ovación). Plaza de toros de Málaga, 13 de agosto. Primer festejo de feria. Menos de media entrada.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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