¿Control bélico?
Exterior noche. Una de la madrugada del 23 de julio. Autopista San Sebastián-Bilbao. Somos una pareja a bordo de un 205 matrícula de Santander. Ella es médico y yo periodista. Aspecto convencional. Venimos contentos porque hemos presenciado un excelente jazz de Nueva Orleans en el festival donostiarra. A la salida del puesto de peaje, un impresionante dispositivo (¿de control o bélico?) por la Guardia Civil. El que selecciona a quién le toca la lotería del registro nos pasea el bastón luminoso por el coche y decide que somos sospechosos. Aparquen ustedes ahí. Entretanto, van pasando el control sin problemas riadas de coches con matrícula francesa, la mayor parte del departamento de los Pirineos (Anglet, Biarritz. . ) Llega otro guardia. Expeditivo aunque sin la gorra puesta, mangas de camisa arremangadas tipo legionario. Paren el coche, ¿de dónde son ustedes?, ¿de dónde vienen?, ¿a dónde van? ¿Por qué este interrogatorio? ¿Es que somos sospechosos de algo? Aquí no hay sospechosos, hago mi. trabajo. Pónganse delante del coche. A obedecer sumisos, por si acaso. A cinco metros aproximadamente otros dos números con el arma preparada y vigilantes en dirección a nosotros. Por fin nos pide la documentación y se la lleva. Vuelve sin ella y registra a fondo el coche. ¿Bosnia? ¿Belfast? No. La España de Corcuera, socialista y olé. ¿Para qué tanta historia? Nos avinagraron la noche de verano. Gracias, Benemérita, por tratarme como a un trapo después de pagaros el sueldo-