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GUERRA EN LOS BALCANES

Detrás de las vallas

Cuando los líderes de las tres comunidades que negocian en Ginebra un plan de paz para la República de Bosnia-Herzegovina cruzan el umbral del recinto de Naciones Unidas, su seguridad se pone en manos de un equipo de unos 20 o 30 funcionarios, al frente de los cuales se encuentra el belga Roland de Stikere, asistido por un serbio con nacionalidad francesa.Ello no impide que cada líder venga acompañado de sus guardaespaldas y de su propio séquito, así como de la policía ginebrina, cuya labor concluye en el mismo momento en que los dirigentes de Serbia, Croacia, Bosnia y Montenegro, y los máximos responsables de las comunidades croata y serbia de Bosnia-Herzegovina penetran en la extraterritorialidad de Naciones Unidas.

Es el secretario general Butros Butros-Gali quien concede las autorizaciones pertinentes a toda persona ajena a la organización internacional, incluida la seguridad helvética, para permitir su acceso.

Los funcionarios de la seguridad de la ONU, vestidos de civil para asegurar la "discreción", vigilan con celo a los dirigentes, mientras que los que portan el característico uniforme azul se ocupan de todos los detalles para que la seguridad reine a su alrededor.

A medida que se han ido prolongando las negociaciones, iniciadas el pasado martes, se ha reforzado el control para acceder hasta la puerta por donde entran cada día los seis líderes. Una puerta que sólo se abre en ocasiones muy excepcionales y que ahora ha sido utilizada para impedir la presencia demasiado cercana de la prensa.

Los chóferes de las respectivas delegaciones y sus coches, tres o cuatro por cada una, incluidos los de la seguridad, esperan vigilantes durante horas la aparición en cualquier momento de alguno de sus líderes. Algunos, como los croatas, tienen más trabajo, pues Franjo Tudjman no perdona el almuerzo en el exterior del recinto.

Al otro lado de las vallas, escudriñando cualquier movimiento acelerado de aquéllos, señal inequívoca de que "alguien sale", esperan pacientes los periodistas con la esperanza de que algún líder rompa el pacto de silencio y proporcione alguna clave que indique el derrotero que han tomado las negociaciones.

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