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El duro John Major, toda una sorpresa

El primer ministro británico desvela un rostro desconocido en una charla privada

Enric González

Nos habíamos acostumbrado a verle como un hombrecillo infeliz, un tentetieso pusilánime con ojitos de pez y risita de conejo, un recluta de la política sometido a una interminable novatada por los veteranos thatcheristas. Pobrecito John Major, decían todos. Pues vaya sorpresa con el pobrecito. Del Bastardgate, la filmación accidental que le recogió hablando off the record con un periodista, emerge un John Major duro, sarcástico, perfectamente consciente del juego en que está metido y, sobre todo, aficionado a las definiciones contundentes. Los euroescépticos son "bastardos", los periodistas son "mierda" y no estaría mal "agarrar de una vez por las pelotas" a los tories rebeldes.El texto íntegro de la conversación privada fue publicado ayer por el diario sensacionalista Daily Mirror, que, además, puso a disposición de sus lectores una línea telefónica para escuchar la charla. Al margen de las consideraciones éticas que suscitaba la filtración, su valor documental era enorme. Descubría a los británicos, amantes del líder matón como Churchill o Thatcher, que tienen en Downing Street un diamante en bruto.

A través del hilo telefónico hasta la voz se percibía distinta. Desaparecía la conocida trompetilla, ese tono agudo y ñoño con el que Major suele declararse "no inconsiderablemente molesto" cada vez que la terrible lady Thatcher le pisa un juanete parlamentario, y surgía en su lugar un, susurro grave, cargado de ironía.

El Major secreto sabe muy bien por- qué ha padecido un vía crucis en la ratificación de Maastricht. "Yo podría haber hecho todas esas cosas inteligentes y decisivas que la gente me pedía (para poner firmes a los euroescépticos), pero habría roto el Partido Conservador en añicos. Y vosotros (los periodistas) habríais dicho: vaya un líder manazas, se ha cargado el partido". Y agrega: "No hay que subestimar la aspereza de la polémica europea (entre los tories)".

Ahí se le nota un defecto ya conocido: su obsesión por la prensa. En otro momento, pregunta: "¿Qué habríais dicho los periodistas si no planteo la moción de confianza (el viernes, para ratificar Maastricht de una vez por todas)? Habríais telefoneado a todos esos puñeteros rebeldes y habríais comentado: el primer ministro no puede sobrevivir, está reculando, no se atreve a Jugárselo todo, es débil, es incapaz de dirigir el Gobierno".

Durante la conversación, Major se permite ironizar incluso sobre su imagen de blandengue: "¿Por qué será que un completo inútil como yo acaba ganando siempre?", le dice a su interlocutor, Michael Brunson, veterano jefe de información política en el consorcio de televisión privada ITV. Y continúan:

Brunson. Es que la gente no le percibe como ganador.

Major. 0h, ya lo sé. ¿Y por qué? Porque...

Brunson. Porque podridos SOB (acróstico de hijos de puta) como yo no transmiten correctamente la situación.

Major. No, no. No iba a decir eso. Aunque, bien pensado, sí, en parte es por culpa de SHIT (retorcido acróstico de mierdas) como tú, es cierto.

Y ambos se ríen.

Así de claro es el compadre Major. Un tipo robusto, mucho más alto de lo que parece, que no bebe té con. el dedito tieso sino pintas de cerveza y, como su antecesora Thatcher, ocasionales pelotazos de whisky. Un tipo duro, según admiten ahora, desvelado el secreto por el bastardgate, los periodistas que le tratan habitualmente. Vaya, vaya. Que anden con ojo los euroescépticos y los aspirantes a sustituirle porque, con detalles como éstos, Major podría acabar ganándose al público británico.

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