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Muere a los 77 años el cantautor Léo Ferré, último grande de la canción francesa

Anarquista y provocador, perteneció a la estirpe de los Piaff, Brel y Brassens

El cantautor francés Léo Ferré falleció el 14 de julio, a los 77 años, en su casa de Castellína in Chianti, cerca de Síena, donde vi vía hace 20 años con su mujer y sus tres hijos. Con Ferré desaparece una de las figuras más gigantescas de la canción francesa. Ferré pertenecía a la gran estirpe de cantautores inconformistas como Edith Piaff, Jacques Brel o Georges Brassens. De ideología anarquista, fue autor de canciones como Ni Dieu ni mâitre o la censurada Mon géneral. España fue siempre uno de los mayores motivos de inspiración de su obra.

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Léo Ferré fue a morir, emblemáticamente, en la fiesta nacional francesa, y en cierto sentido exilado en Italia. Tras estar hospitalizado en Siena, los médicos le habían enviado a su domicilio para morir rodeado de su compañera María y sus hijos Mathieu, de 22 años, Marie-Cécile, de 17 y Manuela, de 14. El pasado octubre estuvo internado en un sanatorio de la región de París, tras sufrir la extirpación de pólipos intestinales. Antes de su último empeoramiento, Ferré proyectaba una serie de recitales en Bélgica y una nueva presentación en París.Músico y compositor polifacético, adaptó poemas de autores como Baudelaire, Rimbaud o Aragon. Anarquista, siempre estuvo atento a "al pueblo español": compuso canciones como Le bateau espagnol, Franco la muerte o L'espoir. Sus últimas visitas a España fueron en 1988 y 1991.

Entre sus éxitos destacan Paris Canaille Jolie môme o C'est extra. Como autor clásico, escribió Symphonie interrompue y dirigió Concerto pour la main gauche, de Ravel.

En 1968 desempeño un importante papel de agitación, pero cuando se le preguntaba por aquellos días solía responder: "Nunca miro hacia atras. El pasado no me interesa, porque quienes participaron en aquello se han convertido en burgueses semejantes a los americanos, un pueblo desgraciado". La música americana le parecía. "basura".

Sobre sus pasiones, Ferre era tajante: "¡La música! Es Dios en un piano, en un acordeón, en un camino, en una lágrima. Es el último albergue donde somos el único huésped. La música está en mi cabeza y nunca me abandonará".

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