Inmigraciones
La propaganda de masas puede ser usada, y de hecho lo es, para acercar la opinión de un pueblo a la propia de quien la promueve. No hace falta más que saber lo que el pueblo quiere oír, y decírselo. Eso hará que se identifiquen los oyentes con el comunicador. Ahora nos ha tocado la peste de oír a quienes ven la amenaza de la invasión del Tercer Mundo. Como si las masas hambrientas del África negra fuesen a venir a roernos los huesos.Tenemos que tener más miedo a la historia de Europa que a su futuro. Si seguimos considerándonos dignos de admirar y envidiables en nuestras estructuras sociales, industriales, familiares, etcétera, nos quedaremos petrificados ante el espejo.
Tenemos que aprender a mirarnos sin tanto respeto. A saber que también los pueblos africanos, asiáticos o americanos tienen algo que enseñarnos. Siempre las culturas pujantes fueron mestizas. Si tratamos de mantenernos puros e iguales a nosotros mismos, nos volveremos muy pronto de piedra; monumentos del pasado.
Ojalá que las nuevas normativas fronterizas europeas dejen los filtros suficientes para que nuestra sangre y cerebro se vayan renovando. Las reglas deben ser interpretadas con generosidad, y no a la medida de los más estrictos.
Recordemos que Europa, toda Europa, ha sido hasta tiempos muy recientes continente de éxodos y emigraciones, viviendo en gran medida, durante siglos, de lo que aportaban nuestras colonias. Esa apertura al mundo nos colocó en la vanguardia. No creemos ahora nuevas murallas medievales alrededor de nuestros países. La inmigración ha de: ser reglamentada con fluidez, eliminando las trabas que conviertan a cualquier extraeuropeo en ilegal, nada más traspasar nuestras fronteras.
Esa reglamentación rígida, más que nada, contribuye a la creación y fomento de una clase desprotegida, presa fácil de toda laya de explotadores y traficantes. Nos quejamos de: las malas hierbas de nuestro jardín, y somos nosotros quienes abonamos su cultivo.-
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