Pasaportes chinos

Hace ya casi dos años envié a EL PAÍS una carta con este mismo tema en la que ponía de manifiesto el fraude de la desaparición de pasaportes chinos. Fraude mucho más numeroso de lo que señala el artículo sobre este tema aparecido el domingo 13 en el suplemento Madrid de ese diario. En mi carta, que se publicó el 8 de julio de 1991, mencionaba más de 30 anuncios de supuestos extravíos aparecidos en la prensa en un periodo de 40 días, aproximadamente. Por eso me extraña que ahora se hable de 500 pasaportes perdidos en el plazo de varios años: son muchos más.También me extrañó, y me sigue chocando, que mi denuncia anterior no mereciera ninguna respuesta, ni oficial ni oficiosa, y que continuaran las pérdidas de documentación, aunque quizá a un ritmo más lento a partir de entonces. Por otra parte, mi carta debería haber despertado la curiosidad de algún periodista; pero parece que tampoco fue así, pues no es lógico suponer que la información a que antes me he referido se base en un antecedente tan remoto ya.

Al misterio de los pasaportes se une ahora el enigma de la inmortalidad de los inmigrantes chinos que señala EL PAÍS. Y aún hay otro enigma que no escapa a la atención de los madrileños, que es la supervivencia de una pléyade de restaurantes orientales en los que no se ve entrar a nadie (o casi nadie) a las horas de comer, ni a las de cenar. La frugalidad de los chinos es una virtud que todo el mundo les reconoce; pero ¿hasta ese punto?-