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Irlanda bloquea la aprobación del reparto de las ayudas regionales de la Comunidad Europea

Lluís Bassets

Los Doce llegaron ayer, tras 16 horas de duras negociaciones, a una posición común sobre los criterios de asignación de los fondos estructurales de la Comunidad Europea, que suponen una inversión de 161.000 millones de ecus (24 billones de pesetas) entre 1994 y 1999. Irlanda, sin embargo, bloqueó el reparto de estas ayudas al no estar de acuerdo con la asignación que le corresponde. Esta decisión amenaza con retrasar más allá de 1994 la canalización de estas ayudas. España obtendrá más de 25.000 millones de ecus (unos 3,8 billones de pesetas) y su paquete global, incluyendo todos los fondos (también el de Cohesión), se sitúa entre 6,2 y 6,4 billones de pesetas.

La reserva irlandesa al reglamento marco sobre los fondos estructurales puede llevar a que las regiones más pobres de la CE, entre las que se hallan todas las irlandesas, vean interrumpida la llegada de las ayudas comunitarias en 1994. El Consejo de Ministros de la CE intentó cerrar definitivamente el paquete de ayudas estructurales en una larga sesión nocturna, que terminó a las cuatro de la mañana del sábado, con el objetivo de evitar que el calendario impida el funcionamiento de los fondos a principios del año próximo. Once países dieron su conformidad, mientras que Irlanda se negó a ceder su voto, imprescindible en un procedimiento que requiere la unanimidad.El próximo 12 de julio se producirá una reunión tripartita entre la presidencia del Consejo de Ministros, la Comisión y el Parlamento para preparar la aprobación definitiva de los fondos. Será la primera ocasión para que Irlanda levante su veto. Al día siguiente el pleno del Parlamento debatirá los seis reglamentos de los fondos estructurales y el 19 los ministros se reunirán de nuevo para la aprobación definitiva. Si no se respetan estos plazos, la aprobación de los fondos puede quedar aplazada hasta bien avanzado el año 1994.

Aplazamiento

La entrada en vigor del Tratado de Maastricht, que se prevé para el mes de octubre, obliga a un procedimiento de aprobación parlamentaria mucho más rígido y hace necesaria la consulta al Comité de Regiones de la CE. Las más de 500 enmiendas presentadas hasta ahora por los europarlamentarios se convertirán en un endiablado sistema de dilación si se aplican los procedimientos previstos en Maastricht. Y en cuanto al ahora imprescindible nuevo Comité de Regiones, se calcula que serán necesarios varios meses, más de medio año según algunos, para que se constituya y empiece a funcionar.

Irlanda es el país que quedaría más perjudicado por la interrupción del flujo de los fondos estructurales. En 1992 los fondos comunitarios representaron el 2,68% de su PIB, mientras que para España significó el 0, 76%. Cada irlandés recibió el pasado año 281,2 ecus de la CE (42.180 pesetas), la mayor cifra per cápita de todos los Doce, frente a los 10,5 ecus recibidos por los alemanes (1.500 pesetas) o los 90,1 por los españoles (13.500 pesetas). Irlanda reivindica la multiplicación por dos de su asignación de los fondos estructurales, por cuanto considera que el Consejo Europeo de Edimburgo así lo decidió. Los otros socios comunitarios piensan que el Consejo decidió doblar globalmente la cantidad asignada al conjunto de los cuatro países llamados de la cohesión (España, Portugal, Irlanda y Grecia), pero que no se acordó en ningún momento multiplicar por dos la cantidad correspondiente a cada uno de los países.

Tanto la presidencia belga de la CE como la Comisión Europea expresaron ayer su confianza en que el gobierno irlandés reconsidere su posición y levante el bloqueo, después de haber demostrado a sus ciudadanos que no era posible obtener más.

La negociación amplió el número de regiones beneficiarias de las ayudas (llamadas de objetivo 1) a satisfacción prácticamente de todos. Estas reigones son las que están por debajo del 75% de la renta media comunitaria. La anterior asignación de los fondos, realizadas en 1988, contempló la entrada de regiones por encima del 75% debido a razones políticas: tales fueron los casos de Córcega y de Irlanda del Norte.

Esta vez, incluso Holanda obtiene la inscripción de Flevoland, una zona principalmente de ciudad-dormitorio asentada sobre el polder (pedazo de tierra ganada al mar) de construcción más reciente. "Me alegro de que los holandeses se hayan convertido al fin en partidarios de la políticas estructurales de la CE", dijo con ironía el secretario de Estado español para Europa, Carlos Westendorp, que asistió a la reunión, a propósito de la inclusión de esta región.

Italia consigue que la región de los Abruzos permanezcan todavía tres años más, a pesar de que habían sido excluidos de la lista inicial. Bélgica obtiene la entrada del Hainaut y, de rebote, Francia consigue la inclusión de dos comarcas fronterizas con la región belga, Valenciennois y Sambre-Avesnois. El Reino Unido introduce dos regiones, Merseyside y Highlands and Islands y consiguió colar a última hora una zona industrial colindante a esta última región. Alemania coloca a todos los nuevos landër. Y España obtiene una región más, Cantabria.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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