Un triste despertar
21 de junio Madrid ha despertado triste. Cuando estaba desperezándose, creyendo que estiraba sus brazos a un día cualquiera en el momento en el que el recién estrenado verano asomaba por sus ventanales invitando a sus ciudadanos a pasear por sus calles y paseos, una terrible explosión ha desdibujado su semblante (siempre alegre y hospitalario, con un halo de esperanza en forma de alegría), sombreando el camino hacia la paz.Humareda, gritos, sangre, golpes, nervios, histerismo, llamas, casquillos, una rápida operación jaula... No hay palabras para describir la situación caótica con la que el paseante ha topado bruscamente esa mañana, situación tenebrosa y tétrica que no pertenece a la guerra, sino al capricho cobarde e inmaduro de unos pocos que luchan por sus ¿ideas? de esta manera tan inhumana y soez. Un coche trampa, un coche bomba, ataca a unos seres humanos inocentes. ¿Acaso supuestos culpables de algo por estos criminales? Un leve movimiento de la mano y ¡ya está! Misión cumplida: siete vidas que dejan a Madrid y a sus ciudadanos con un sentimiento atroz de impotencia, y una treintena de heridos que ya no olvidarán el olor de la muerte de la que tan cerca han estado.
El ruido de las sirenas encoge el estómago inquieto de sus conciudadanos, que protestan en una unánime condena por los hechos acaecidos, por esta injusta y sangrienta acción llevada a cabo por unas mentes enfermas, morbosas, huecas de sentimientos y de amor al prójimo, vacías de humanidad.
¿Qué es lo que persiguen? ¿Qué pretenden conseguir atentando contra la libertad de un país, de una ciudad, del hombre? Son unos pocos. ¿Por qué no los aíslan, por qué no nos unimos todos en esta lucha?, se preguntaría quizá, como yo lo hago ahora, aquel que, postrado en una cama del hospital más cercano al lugar de los hechos, insistía diciendo "no hay palabras", sin condenarlos ni maldecirlos, pero sin comprenderlos.
Madrid hoy ha padecido un amargo despertar, y se acuesta y duerme intranquila sabiendo que no es libre, sino que sigue atada a los barrotes opresores del terrorismo.-
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