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"Ciudadanos justicieros"

Los británicos se organizan para combatir la criminalidad ante la inoperancia policial

Enric González

Cada tres minutos, una casa de Londres es asaltada. Son 500 robos al día, 200.000 al año. Hay que sumar a eso los atracos en la calle, los tirones, los, homicidios. Y hay ciudades británicas con más delincuencia que Londres. Manchester, por ejemplo. Hay cada vez más delitos y, sin embargo, la policía practica menos detenciones y los jueces pronuncian menos sentencias. Ante lo que es percibido como dejación policial, los británicos empiezan a organizarse en bandas de vigilantes y el Gobierno debe hacer frente a un nuevo problema: el de los ciudadanos que se toman la justicia por su mano.El fenómeno de los vigilantes (en las islas se utiliza la palabra española) ya no consiste en casos aislados. Tiende a generalizarse. Tras el reciente caso de dos vecinos de Harleston (oeste de Inglaterra) que detuvieron durante 20 minutos a un presunto delincuente juvenil para interrogarle, Scotland Yard ha admitido que el problema es grave. "Es la vía directa hacia el caos" dice.

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Los dos de Harleston, Duncan Bond y Mark Chapman, fueron condenados a cinco años por su actividad como justicieros.. El público se escandalizó ante la dureza de la sentencia y el lunes fue reducida a seis meses. Pero el juez de apelación insistió en la necesidad de imponer un castigo.

Sin embargo, las bandas de vecinos siguen proliferando. Especialmente en los suburbios urbanos más deprimidos, donde la presencia de la policía es muy marginal, las patrullas nocturnas se han convertido en algo habitual. En Macclesfield, una población cercana a Manchester, los vecinos ya. imponen incluso "castigos preventivos": hace dos semanas, desnudaron a un presunto delincuente y le dejaron encadenado a una farola.

El problema de la policía es cómo castigar las actividades de los vigilantes sin soliviantar al vecindario. La mayor parte de la gente parece comprender y apoyar esas bandas y, cuando alguno de sus miembros es detenido, como en el caso del dúo de Harleston, la reclamación popular es automática: encarcelen a los criminales, no a la gente honrada.

Hay sucesos peores que el de Macclesfield. En marzo, un ciudadano de Mid Glamorgan mató por error a un hombre cuando perseguía a una banda juvenil que acababa de desvalijar su casa. Ese mismo mes, un ciudadano de Middlesborough fue condenado a una multa de cinco libras (unas novecientas pesetas) por disparar al aire con un revólver antiguo para asustar a unos gamberros. En diciembre pasado, un empresario de Gateshead fue absuelto tras matar a un hombre que, en su opinión le había roto los cristales del coche.

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Mientras tanto, bajan las detenciones. Según Scotland Yard, la menor actividad policial se debe a varias causas. Una, que una gran parte de los delincuentes son menores de 14 años y, por tanto, es inútil detenerles. Se recuerda una conocida banda de niños londinenses que ha perpetrado más de mil delitos y ha causado daños valorados en más de 300 millones de pesetas. Segunda razón, el papeleo: la policía sólo rellena los 300 formulanos necesarios para cada detención cuando tiene la seguridad de que el supuesto criminal será condenado por el juez.

Los policías se declaran desmoralizados. El Gobierno piensa dotarles de una porra más contundente y sopesa la opción de darles armas de fuego, poniendo fin a la imagen del apacible bobby británico. Y piensa, paralelamente, en endurecer las penas. Pero para hacer efectiva una reforma penal necesita más policías, más jueces y más cárceles, en un país que tiene ya la población penitenciaria más alta de la CE.

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