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GUERRA EN LOS BALCANES

"La única solución es la militar"

En Krajina no hay oficialmente guerra, pero jamás ha cesado la lucha entre serbios y croatas

Alfonso Armada

ENVIADO ESPECIAL Las campanas llaman a misa de doce en Gospic mientras el capitán Viseslav Buric, pelo blanco y escepticismo sobre la condición humana propio de sus 52 años, dice que los croatas no desean una nueva guerra con Be1grado, pero asegura sin ambages que sus fuerzas están prontas para "limpiar de bandidos serbios la Krajina" si así lo decide el Gobierno de Franjo Tudjman y la ONU no hace nada para poner fin a una situación que se prolonga desde enero de 1992. "La única solución aquí es la militar" afirma el capitán Buric sin levantar la voz.

Más de un tercio de Gospic es un cementerio de casas. Tras el alto el fuego firmado en enero de 1992 entre Zagreb y Belgrado oficialmente no hay guerra, pero todos los días cae fuego graneado sobre esta población del este croata desde las posiciones serbias situadas a menos de cinco kilómetros. El sábado, 30 proyectiles de, gran calibre hicieron blanco en el centro de la villa, en la que no hay casi nada que hacer: sólo esperar "para expulsar a los serbios. o para empezar a reconstruir", dice el capitán Buric, un insólitamente amable "oficial de información y propaganda" para los modos que se estilan en Croacia .Es domingo, las campanas repican y los tanques serbios callan.

.A Gospic se llega por una carretera de montaña que serpentea desde la costa dálmata. El plácido Adriático se va quedando atrás mientras las colinas se llenan de abetos y pinos y los pueblos exhiben hechuras alpinas. Las autoridades militares de Zadar hacen hincapié en que se trata de una "zona militar cerrada" y que el salvoconducto que concede el Ministerio de Defensa en la capital, Zagreb, es la única forma de internarse en esos parajes.

A pesar de encontrarse el 20% de Croacia en manos de "bandidos serbios" la nueva situación bélica en la vecina Bosnia-Herzegovina y el interés que comparten por repartirse el pastel bosnio el presidente croata, Franjo Tucijinan, y el serbio, Slobodan Milosevic, la Krajina es la única china en el zapato de los artífices de la nueva Croacia y de la Gran Serbia.

Estragos de la aviación

Los estragos de la aviación y la artillería serbias son evidentes en Gospic, como el oficial de propaganda se esmera en mostrar. Pero también hay barrios enteros arrasados, curiosamente los que bordean la carretera que conduce a Medak, donde se encuentra el frente de batalla y los enemigos chetniks. La limpieza étnica croata parece que tampoco se detuvo en Gospic. En la ciudad, dice el capitán Buric, "sólo quedan 300 de los 4.000 serbios que residían antes de la guerra" y que constituían el 40% de la población. El capitán no especifica por qué ni cómo se fueron.

A Viseslav Buric, ingeniero en la vida civil, no 16 gusta que le confundan con Rambo, a diferencia de muchos combatientes croatas. Tampoco le gusta la denominación de Krajina para su región, "ya que es un nombre que los turcos dieron a la provincia. Los serbios que llegaron aquí hace más de 300 años formaban parte de las tropasotomanas como irregulares. Cuando los turcos volvieron a Asia, ellos se quedaron".

Fueron sus descendientes quienes, en agosto de 1990, descontentos con las elecciones que dieron la victoria a los nacionalistas de Tujdman, empezaron a levantar barricadas, cortaron la carretera que lleva de Gospic a Zagreb y acabaron por alzarse en armas. La situación militar apenas ha variado en Gospic desde el inicio de la guerra de Croacia, cuando los serbios ocuparon la Krajina y Eslavonia, al este y al sur de la républica.

. La carretera que conduce a Otocac, al Norte, único paso controlado por las fuerzas de la ONU para acceder a la zona ocupada por los rebeldes serbios, es un paseo por los polos de la condición humana. Junto a los pueblos convertidos en ruinas por el fuego y por las bombas, los agricultores laboran bajo el sol de junio. La siega proclama que la vida continúa, mientras los restos calcinados de las casas de campo recuerdan que también aquí, en este paraíso balcánico, la limpieza étnica campó por sus respetos. Los campesinos fabrican balas, pero de heno, y levantan almiares al cielo mientras los escombros les miran asombrados.

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