Sentirse útil

Pujol regresó el jueves de Madrid con una incontenible satisfacción que pudieron advertir la veintena de embajadores americanos citados esa noche en el Palau de la Generalitat para un acto cultural. "Nada es tan triste como no sentirse útil", dijo Pujol en uno de los dircursos de la velada, aunque matizó que la frase no tenía que ver con su visita a La Moncloa. En sus contactos con la prensa, Pujol jugueteó con alguna frase desperdigada. "El segundo plato que nos han servido era excelente", dijo refiriéndose a su almuerzo con González. No quiso aclarar si estaba construyendo una metáfora política o sólo hacía una apreciación encomiástica sobre la cocina de palacio. Era un Pujol que se sentía rejuvenecido.El séquito que acompañó a Pujol a La Moncloa compartía la jovialidad del presidente, cuyo grado sorprendía a personas de su entorno familiar. Uno de sus acompañantes hasta el umbral de la cita no se atrevía a adelantar un resultado, a pesar de los halagos recibidos. "¿Aceptará Pujol entrar en un Gobierno de coalición?", comentaba. "Hombre, el miércoles te habría dicho que no. Ahora te digo que seguramente no". El séquito de Pujol lo esperó en el autoservicio del recinto que, como todo lo de la jornada, también mereció elogios superlativos, en este caso, sobre la relación precio-calidad: "por 800 pesetas sirven una espléndida comida", decían.
El coche de Pujol no llevaba banderín y su séquito prodigaba aclaraciones sobre los códigos protocolarios. "Eso quiere decir que acudió como líder de CiU y no como presidente de la Generalitat". Un séquito que no era del aparato del partido sino del equipo de la Generalitat.
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