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Los Niños de Dios declaran pertenecer a Familias Misioneras para evitar 200 años de cárcel

Àngels Piñol

El magistrado José Antonio Oscáriz, presidente del tribunal que juzga desde ayer en Barcelona a 10 supuestos miembros de la secta Niños de Dios, cuestionó en varias ocasiones a la fiscal del caso cuando ésta intentó profundizar en el funcionamiento sectario del grupo y en su doctrina. La fiscal pide 200 años para los acusados por los delitos de asociación ilícita, fundación de un centro de enseñanza ilegal, estafa y lesiones psíquicas a los 22 menores nacidos de las parejas del grupo. Los acusados, detenidos en dos poblaciones de Barcelona en 1990, negaron ser de la secta.

Los presuntos adeptos -seis españoles, tres norteamericanos y una británica- insistieron ante el tribunal en que Niños de Dios se disolvió en 1978 y que, por tanto, no mantenían ninguna relación con esa secta. Todos se declararon pertenecer al grupo denominado Familias Misioneras, cuyo objeto es difundir el cristianismo. Los inculpados fueron detenidos en julio de 1990 por los Mossos d'Esquadra (Policía Autonómica Catalana) en las poblaciones de Collbató y Castellar del Vallès (Barcelona), aunque quedaron en libertad provisional. La Generalitat les retiró la custodia de los 22 niños que había en el grupo, que vivieron durante un año un centro de menores de la Generalitat para evitar el supuesto aislamiento que habían sufrido. La Audiencia de Barcelona les devolvió la tutela hace un año a través de un auto que casi ridiculizaba la operación policial. La fiscal quiso demostrar durante la vista que los inculpados son aún miembros de la secta Niños de Dios, fundada en 1969, y cuyo fin es su enriquecimiento mediante la práctica de la prostitución para obtener beneficios económicos y favores de terceros. El líder de la secta, afirmó la fiscal, continúa siendo David Mo, un hombre que huyó de Estados Unidos en 1972 ante las presiones de la justicia. Los mossos intervinieron durante la operación abundante documentación sobre Niños de Dios y cientos de cartas de Mo, donde está recogida la doctrina e instrucciones del líder. El grupo recibe aún la revista Buenas Nuevas, que incluye artículos de Mo.Cuando la fiscal preguntó al acusado Agustín Batista García por qué seguían recibiendo esos escritos, el juez la interrumpió diciendo: "El público puede pensar que estamos juzgando las cartas de Mo, y no es eso. Aquí se persiguen cuatro delitos concretos. Lo de la asociación ilícita me recuerda a otros tiempos pasados", señaló Oscáriz, quien añadió: "No es competencia penal juzgar una cosa que se denomina secta, grupo o llámelo usted como quiera. Eso correspondería a un tribunal civil, administrativo o canónigo. ¡Reconduzca su interrogatorio!".

Ayudas a monjas

No fue éste el único problema que tuvo la fiscal. En otra ocasión y cuando requería a otro acusado si en su calidad de educador dormía con los niños, el magistrado señaló: "Pues yo dormía con mi prefecto en el colegio. ¿Y qué pasa? También nos ponían un jesuita para que nos vigilara. No vaya por allí: no se les acusa de corrupción de menores". "Sólo quiero demostrar el control que ejercían sobre los niños", replicó la fiscal, quien sostuvo que los pequeños han sufrido graves lesiones psíquicas y se les ha inculcado la precocidad sexual. Los abogados defensores no podían reprimir gestos de alegría por la marcha del juicio. Los acusados negaron haber fundado un centro de enseñanza ilegal y dijeron que se limitaron a educar a sus hijos en sus casas a través del método home school (escuela en casa). "Nuestros hijos son el don más grande que tenemos, son el mejor regalo de Dios. Ese es un sistema muy extendido en Estados Unidos", contestó Lucas- Hernández, quien recordó, que la Constitución no especifica dónde tienen que ser educados los niños. Una de las acusadas señaló que a sus hijos, que sólo hablan inglés y castellano, se les obligó a ir a clase en catalán cuando estuvieron bajo la tutela de la Generalitat. La fiscalía acusa a los adeptos de estafa por haber pedido limosna a unos 30 empresarios para niños huérfanos."El dinero, ropa y comida que nos daban lo repartíamos también entre las monjitas o los niños gitanos de Sabadell", señaló María José García, compañera del supuesto pastor del grupo, que aprovechó un descanso del juicio para amamantar a su cuarto hijo. García, que dio muestras de agresividad, negó que hubiera practicado el ministerio del flirty fishing, que significa pescar coqueteando. O sea, conseguir dinero mediante la seducción. Los acusados han denunciado el caso a la organización Amnistía Internacional."¡Estamos disfrutando! Ponedlo", exclamó eufórica Teresa Melquizo, una de las acusadas, antes de abandonar la sala de vistas.

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