Cuba
Cuba agoniza, y todo el mundo está firmando el certificado de defunción. Pero estamos olvidando que no se trata de un país que agoniza ni de un concepto ni siquiera de una ideología que está a las puertas de la muerte, sino de su población, de seres humanos que padecen hambre y que sufren las secuelas de la mala nutrición, de niños cubanos que perderán la vista, y no la perderán por la postura intransigente de su jefe de Estado, la perderán por la intransigencia de la mayor potencia política del planeta, por alguna doctrina anticuada de EE UU, y por culpa de todos nosotros que permitimos y aceptamos ese bloqueo inhumano y antidemocrático que este pequeño país caribeño está sufriendo desde tantos años.Me siento rabiosa e impotente. ¿Qué hacer ante esta injusticia? ¿Tengo que creerme la teoría de la conspiración internacional contra el "último bastión comunista" que hay que destruir? Al principio no lamentaba mucho la desaparición del imperio soviético, pero ahora empiezo a echar de menos la voz crítica del otro bloque, para decirlo de otro modo, de la oposición a esta omnipotencia que ahora ya no tiene quien le frene los pies, que ahora que la izquierda ha muerto (me siento muy viva, por cierto) puede hacer absolutamente todo lo que quiere y con la bendición de las Naciones Unidas, además.
No se trata de un país, se trata de seres humanos que sufren y que necesitan nuestra solidaridad y nuestro apoyo y, sobre todo, nuestra ayuda financiera y tecnológica; para frenar el hambre y la enfermedad hay que levantar el bloqueo estadounidense, o, acaso, ¿alguien cree que un niño cubano sufre menos el hambre y la desesperación que un niño bosnio?-
Santa Eulalia de Ronsana,
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