La feria de la crisis
El Salón de Le Bourget se celebra en un ambiente de recesión en el mercado aeronáutico
En 1991 el Salón de Le Bourget se celebró bajo el impacto de la guerra del Golfo. Los aparatos militares eran las estrellas y durante los días reservados a los profesionales el antiguo aeropuerto parisiense hormigueaba de traficantes de armas, oficiales e intermediarios. En 1993 el sector militar ha recuperado la discreción que corresponde a periodos en que las guerras dejan de parecer videojuegos al tiempo que la industria aeronáutica padece las consecuencias de la recesión económica. Es la feria de la crisis.
En Le Bourget el aire huele a garrapiñadas, y más de 500.000 visitantes acudirán a la feria hasta el 20 de junio para disfrutar de los vuelos de exhibición y montarse, por primera y única vez, en el Concorde aparcado ante un hangar.La industria aeronáutica atraviesa una fuerte crisis: en Francia se cree que 30.000 personas de un sector que emplea a 120.000 se encontrarán en la calle antes de acabar 1994. British Aerospace cerró el último ejercicio con unas pérdidas de 1.200 millones de libras esterlinas (unos 225.000 millones de pesetas), Airbus ve cómo se aleja el horizonte del "un avión al día" y Boeing -que ha suprimido 28.000 puestos de trabajo- prevé que salgan de sus fabricas de Seattle 340 aviones este año y 260 en 1994, magras cifras al lado de los 446 aparatos fabricados el año pasado. Todas las compañías anulan pedidos -Northwest Airlines ha renunciado a comprar 70 Airbus- y el conjunto de las representadas en la International Air Transport Association (IATA) cifra sus pérdidas en 550.000 millones de pesetas.
Pero a pesar de los tenderetes de garrapiñadas y de los miles de visitantes que hacen picnic en la pelouse, a pesar de que la CIA denuncia el espionaje industrial francés y aconseja boicotear Le Bourget -sólo una empresa, Hughes Aircraft, ha seguido la consigna, molesta porque Aerospatiale le birló un contrato por valor de 25.800 millones de pesetas-, a pesar de que los rusos se muestran dispuestos a reventar precios, a pesar de todo eso no faltan novedades ni proyectos, como en toda feria que se precie.
Entre las novedades destaca la presentación del Airbus 319, una versión reducida del A320, de la misma manera que el A321 es una versión alargada del modelo base. El recién nacido viene a sustituir a los viejos Mercure. También son de interés las dos nuevas variantes del Rafale, el carísimo avión de combate del ejército francés, destinado a ocupar la plaza de los míticos Mirage.
Los dos proyectos que más han llamado la atención son un super-jumbo de 600 a 800 plazas -que quieren para sí tanto Boeing como Airbus y que quizá acaben por diseñar conjuntamente- y un futuro avión supersónico que sustituya a esa hazaña tecnológica y gran fiasco comercial que ha sido el Concorde. El nuevo modelo dispondría de unas 300 plazas, el triple que en el Concorde.
A pesar de la crisis económica, las perspectivas no son malas para el sector aeronáutico. Los expertos de EE UU creen que el mercado del transporte aéreo doblará el número de pasajeros de aquí al año 2005, y eso hace que Boeing prevea la necesidad de 12.000 nuevos aviones entre 1993 y el 2010. Airbus tampoco es pesimista y calcula que antes del 2011 algo más de 7.000 aviones -la mitad de los aparatos actualmente en uso- serán retirados de la circulación porque ya habrán superado su tiempo de vida.
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