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La Conferencia sobre Sida de Berlín pide condones para los jóvenes y metadona para los toxicomanos

Milagros Pérez Oliva

Catorce millones de personas padecen una enfermedad mortal que se expande sin cesar. Es la hora de afrontar la realidad: sin vacunas, la única forma de frenar el sida es la prevención. Esta es la principal conclusión de la IX Conferencia Internacional sobre el Sida que ayer se clausuró en Berlín. Adolescentes y mujeres son los más amenazados, por eso los expertos urgen a los Gobiernos a adoptar tres tipos de medidas: repartir preservativos gratis entre los jóvenes, emprender campañas de información y dar jeringuillas y metadona a los toxicómanos.

Lo dijo ya el segundo día Peter Lamptey, director del programa AIDSCAP, de Estados Unidos: "Una vacuna capaz de acabar con el sida tiene que ser segura, inocua, de una sola dosis, oral y efectiva contra todas las cepas del virus. No es realista pensar que podamos tener una vacuna así antes de 10 o 20 años. Y aunque la tuviéramos mañana, el sida seguiría expandiéndose durante 10 o 20 años más, de modo que ya no podemos seguir escondiendo la cabeza bajo el ala: o hacemos prevención o vamos al desastre.El 90% del presupuesto destinado al sida se dedica en estos momentos a la investigación básica. Apenas un 5% va a prevención. Esto es lo primero que tiene que cambiar. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que deben aumentar los recursos destinados a combatir el sida, y que la preverición debe tener por lo menos un 25% de ellos.

La Conferencia de Berlín ha demostrado por primera vez que, existen experiencias de prevención eficaces en pequeñas comunidades. "Se trata ahora de potenciarlas y generalizarlas", dijo ayer Michael Merson, director del programa del sida de la OMS.

La ideología es el principal obstáculo para la prevención. Muchos Gobiernos se niegan a emprender campañas entre los jóvenes, alegando que darles preservativos les induce a la promiscuidad sexual. "Hemos analizado 19 campañas de educación sexual, y ninguna de ellas ha aumentado la frecuencia de relaciones sexuales entre los jóvenes", dijo Merson.

"El 50% de las personas que se infectan tienen menos de 35 años, y en su mayoría son mujeres y adolescentes. ¿Cuándo vamos a dejar de moralizar y empezar a proteger a nuestros hijos? Les estamos traicionando", añadió Merson. Las mujeres son también víctimas del sida a causa de prejuicios y discriminaciones. Fueron numerosas los ponentes que reclamaron que se investigue para fabricar un producto antivírico y antifungicida que pueda ser utilizado por la mujer para tener sexo seguro. "Mientras la mujer tenga que depender o negociar con su pareja el método de protección, no estará en condiciones de defenderse contra el sida", dijo Mary T. Bassett, de la Facultad de Medicina de Harare, Zimbabue.En el balance de la conferencia los organizadores constataron dos desilusiones: la escasa efectividad de los tratamientos disponibles o en experimentación, y la dificultad para obtener una vacuna.

Lagrimas y solidaridad

M. P. O. El sida empeora por la pobreza y por la falta de igualdad entre los sexos. Por eso su rostro más dramático se expresa en los países pobres y en los suburbios urbanos de los países ricos. Todos los ponentes que abordaron las cuestiones sociales relativas al sida, coincidieron en un punto: sin solidaridad es imposible vencer la amenaza del virus. "0 nos salvamos todos juntos o no nos salvamos", se dijo en la ceremonia de clausura.

Esa fue una de las ocasiones en que la emotividad se apoderó de los congresistas. Las ceremonias de clausura se convierten tradicionalmente en alegatos contra la discriminación, y el presidente norteamericano, Bill Clinton, fue ayer el centro de las protestas.

Lloraron muchos cuando Michael Horton, dijo desde la tribuna de oradores, sin poder contener las lágrimas: "¿Tanto le cuesta a la sociedad damos un poco de respeto y consideración?". Se refería a los homoxexuales. Y volvieron a llorar cuando Cindy Robin, una joven representante de los afectados de sida, pidió que se levantaran los que llevaban el virus en sus entrañas, y cientos de personas se levantaron en silencio, hasta que un estallido de aplausos desbordó por completo el recinto.

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