Sin previo aviso
Ningún aviso. El corazón de Julio Anguita se fue directo al infarto sin que el candidato de Izquierda Unida tuviera la más mínima advertencia previa. En ello radica la diferencia entre una angina de pecho y un infarto. La angina es el aviso. El infarto, el daño cierto. El corazón de Julio Anguita sufrió el viernes un infarto y cuatro días después una angina de pecho, es decir, el aviso de un nuevo infarto.El 90% de los infartos agudos de miocardio se producen por una arteriosclerosis coronaria. Eso quiere decir que las paredes de las arterias que riegan el miocardio se han ido recubriendo de sustancias que obstruyen el paso de la sangre. La hipertensión, el colesterol y el tabaquismo son las causas más frecuentes, y en el caso de Anguita el culpable parece claro: los casi tres paquetes de Ducados que fumaba cada día.
La angina de pecho se produce cuando estos depósitos obturan parcialmente las arterias y provocan una disminución transitoria del flujo sanguíneo. Esa obstrucción causa un dolor agudo y opresivo en la parte posterior del esternón. Es el aviso.
Muerte celular
En el infarto agudo de miocardio la obstrucción es total. Se produce un cese brusco de la irrigación sanguínea a causa de un trombo que impide el paso de la sangre y, por tanto, el aporte de oxígeno y nutrientes a las células del miocardio, lo que provoca la muerte celular de una parte del tejido. La zona que sufre la necrosis será mayor o menor en función del lugar donde se haya producido la oclusión, y el pronóstico depende directamente del tamaño de la zona afectada. En el caso de Julio Anguita, la lesión se ha producido en una rama terminal de la arteria circunfleja (véase el gráfico adjunto). Ha tenido suerte.
El tejido muerto no puede recuperarse, pero existe siempre una zona circundante susceptible de recuperación. Ése es el objetivo de los médicos tras el infarto. Ése y evitar recaídas. Porque Anguita, como todos los infartados, afrontaba tres posibles complicaciones: arritmias, fallos mecánicos a causa de la lesión o una recurrencia de la isquemia, es decir, una nueva obturación arterial.
Esto último fue lo que le sucedió el martes por la noche. Anguita sufrió una angina posinfarto precoz, es decir, una obturación parcial de la arteria afectada por el trombo anterior. Pero la medicina posee hoy artilugios capaces de hacer discurrir un catéter por los vasos sanguíneos, abrirle paso a la sangre y comprobar la mismo tiempo el estado de las arterias. Limpias. Los médicos son optimistas: si no hay nuevos contratiempos, Anguita podrá volver a la política y la democracia conservará a uno de los líderes. Pero Tabacalera, eso es ya seguro, ha perdido un cliente.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.