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Los cambios en el gabinete británico acentúan la presión sobre John Major

Enric González

Los cambios en el Gobierno no han aliviado la presión sobre el primer ministro británico, John Major. Más bien al contrario. El nuevo canciller del Exchequer (Tesoro), Kenneth Clarke, ya es universalmente percibido como la alternativa a Major, mientras el ex canciller, el despechado Norman Lamont, podría verse tentado a vengarse del que fue su jefe y amigo. Con la popularidad de Major bajo mínimos históricos, el nuevo Gobierno se enfrenta a unos meses decisivos.Para empezar, el primer ministro ha conseguido lo que parecía imposible hace unos días: elevar al detestado Lamont a la categoría de mártir político. El canciller fue despedido con brusquedad justo en el momento en que la economía empezaba a dar síntomas de recuperación.

Muchos diputados conservadores e incluso algunos miembros del Gabinete, como Michael Heseltine, Michael Howard y John MacGregor, opinaron que Lamont había sido injustamente sacrificado como chivo expiatorio de los pecados de todo el Gobierno.

Fax cargado de amenazas

Lamont abandonó Downing Street de mala manera, sin entregar siquiera la tradicional carta de dimisión. Optó por un simple fax cargado de amenazas: "El tiempo me dará la razón" y "ya me explicaré ante el Parlamento", venía a decir la nota. Su figura se parecía ayer, peligrosamente, a la de Geoffrey Howe, el canciller despedido por Margaret Thatcher cuyo discurso de despedida ante los Comunes consistió en una fría demolición política de su antigua jefa.

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La aceptación popular de Major es sólo del 21%, menor que la de Thatcher en los turbulentos días del poll-tax que precedieron a su caída, según una encuesta publicada ayer por The Times. Y los conservadores están en un bajísimo 28% en su tradicional feudo del sureste inglés.

Los nombramientos del jueves fueron atribuidos al pánico por la mayoría de los comentaristas políticos, y calificados de "insuficientes" por una parte del grupo parlamentario. Con ellos, Major no sólo consiguió convertir en enemigo jurado a Norman Lamont, sino que también atrajo a su lado a Kenneth Clarke, el político más dotado del Reino Unido. El gris John Major no es ni siquiera comparable al nuevo ministro, un populista lleno de energía y carisma que proclama abiertamente su ambición de ser jefe de gobierno.

La jugada podría dar buenos resultados: si Clarke triunfa y consigue reducir el déficit, contribuirá decisivamente a la supervivencia de Major. Si fracasa, Major estará acabado.

John Major, que ayer viajó a la capital francesa, confirmó el clima de luna de miel existente entre París y Londres desde la victoria del centro-derecha en las elecciones francesas, informa Javier Valenzuela. Major anunció que ha invitado al presidente francés, François Mitterrand, a una cumbre bilateral el próximo mes de julio.

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