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La explotación comercial de los sextillizos ingleses provoca una polémica sobre el tratamiento de fertilidad

Enric González

Primero fue un prodigio de fertilidad. Luego fue un negocio. Ahora es un escándalo. Los sextillizos Vince, de Leeds (norte de Inglaterra), son el centro de una virulenta polémica sobre los tratamientos de fertilidad a cargo del erario público, desde que se supo que sus padres habían montado una pequeña industria publicitaria en su torno.

El nacimiento de los sextillizos fue saludado con alborozo el miércoles pasado. Todos ellos, aunque de muy poco peso, mostraban buena salud. La prensa sensacionalista llenó sus portadas con declaraciones de los felices padres, beneficiarios de un tratamiento de fertilidad a cargo de la Seguridad Social.Poco a poco, sin embargo, emergió una imagen más complicada. Los felices padres, Jan Vince y su esposa Jean, no estaban casados. Ni siquiera vivían juntos. Ya tenían un hijo en común y Jan tenía otros tres de un anterior matrimonio. El público empezó a preguntarse para qué necesitaba esa pareja un tratamiento de fertilidad.

La respuesta no tardó en llegar. Jan Vince había articulado, todo un negocio familiar en torno a los sextillizos. Había firmado contratos con fabricantes de pañales, comidas para bebé y otros artículos infantiles. Los contratos no sólo garantizaban suministros gratuitos, sino proporcionarían a la familia unos ingresos globales de unas 800.000 libras (casi 150 millones de pesetas) en los próximos 16 años.

Las empresas se hacían cargo de todos los gastos imaginables por parte de los sextillizos, añadiendo un pequeño porcentaje para gastos paternos, a cambio de utilizar la imagen familiar con fines publicitarios. Médicos, parlamentarios y prensa mostraron su indignación por todo ello.

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