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Los 'jemeres rojos' matan a dos 'cascos azules' chinos en Camboya en vísperas de las elecciones generales

Juan Jesús Aznárez

ENVIADO ESPECIAL Las elecciones generales que, bajo el auspicio de las Naciones Unidas, se inician hoy en Camboya con la esperanza de poner fin a 15 años de guerra civil, comienzan en un contexto de violencia. Dos cascos azules chinos murieron en la noche del viernes al sábado en el transcurso de un ataque contra un puesto de policía cerca de Phnom Penh atribuido a los jemeres rojos, los antiguos aliados de Pekín. El Consejo de Seguridad se reunió ayer, a petición de China, para analizar la situación en Camboya y expresó su "firme condena" por esta agresión, a la vez que reafirmaba su apoyo al proceso electoral. Mientras, el príncipe Síhanuk volvió ayer a Phnom Penh procedente de Pekín.

El actual Gobierno camboyano parecía ayer seguro de ganar los comicios. De conseguir el triunfo, el hasta hace dos anos comunista Partido del Pueblo de Camboya (CCP) se mantendrá en el poder, pero esta vez con el reconocimiento de la ONU, impaciente por entregar el relevo a los ganadores de la consulta. Los jemeres rojos, conscientes de que no obtendrán el voto de sus compatriotas, han optado por continuar la guerra. La población del oeste del país, controlado por los jemeres rojos, está huyendo de las ciudades por el temor a los disturbios y la violencia que pueden estallar en estos cinco días durante los cuales se celebrarán las elecciones.El primer ministro, Hun Sen, considera tan segura su victoria que prepara para su despegue los 21 aviones de combate de fabricación soviética desarmados por el acuerdo de paz de 1991. Como la reconciliación con los Jemeres rojos no ha sido posible, el CCP intentará machacarlos con las bendiciones de la comunidad internacional. Todo está dispuesto en este país con un 70% de analfabetos para que la violencia sustituya nuevamente a cualquier solución negociada.

Férreo control

El CCP, controlando la prensa y el aparato del Estado desde que, hace 14 años, fuera instalado en el poder por la invasión vietnamita que acabó con la dictadura de los Jemeres rojos (1975-1978), canta victoria en las elecciones convocadas para decidir la composición de una Asamblea constituyente. Por esa victoria apuestan la inversión extranjera con activos instalados en Camboya, la numerosa comunidad vietnamita y, en bloque, el funcionariado enriquecido en mafiosas operaciones de venta de bienes públicos, entre ellos sedes mínisteriales y hospitales. Según el primer ministro, que fue él mismo jemer rojo hasta su deserción del genocida movimiento en 1977, después de las votaciones Camboya no continuará viviendo en la guerra civil que ha provocado tantos sufrimientos a la población, sino que será "la lucha de un Gobierno reconocido contra un grupo de rebeldes". Para ello, en varios hangares del aeropuerto civil de Phnom Penh se desempolvan los cazas encargados de ametrallar legalmente a la guerrilla, que controla un 15% del territorio y rechaza el desarme previsto en los acuerdos de París, incumplidos de punta a cabo.La oficina central del Partido del Pueblo de Camboya, contrariamente a las sedes de otras formaciones, está custodiada por soldados y más parece un cuartel que un edificio civil. Prum Soka, uno de los redactores del programa electoral del Gobierno, asegura: "No estamos obsesionados con aniquilar a los jemeres rojos. Intentamos que se incorporen al proceso político, pero son ellos mismos quienes se distancian convirtiéndose en un grupo fuera de la ley"

Varios importantes dirigentes en el Gobierno de Camboya colaboraron con esa fanática guerrilla de inspiración maoísta cuando, llegó al poder, pero abandonaron sus filas cuando los muertos se contaban por cientos de miles. "No se fueron alarmados por la magnitud de la matanza, sino derrotados y perseguidos después en luchas internas por hacerse con el poder" recuerda un veterano conocedor del conflicto.

El australiano Julio Jeltres, que fue secretario del príncipe Norodom Sihanuk durante 10 años y rompió con él hace uno por discrepancias políticas y personales, pensaba ayer que el CCP ganará las elecciones porque su principal estrategia ha sido la intimidación y las amenazas. "Creo que el Gobierno sacará el 43% de los votos, y el Funcipec [partido fundado por el príncipe Sihanuk, pero liderado por su hijo Norodom Ranarrid], un 39%", afirma. "El 18% restante se los repartirán los partidos más pequeños. La coalición será muy difícil porque el Funcipec ha sufrido en su filas la violencia gubernamental y no la olvida" afirmó.

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