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Tres millones y medio de electores daneses deciden hoy el futuro inmediato de la Unión Europea

Lluís Bassets

Tres millones y medio de daneses decidirán hoy en las urnas si el Tratado de Maastricht puede proseguir su cansina ratificación o si, por el contrario, hay que empezar de nuevo la entera construcción europea, quien sabe si con menos socios. El primer ministro danés, Poul Nyrup Rasmussen, ya dio ayer por descontado el resultado favorable a la Unión Europea e hizo un llamamiento a "iniciar una nueva dinámica política en Europa", consistente en una rápida ampliación de la CE, la apertura comercial y política a los países de Europa central y oriental y la finalización con éxito de las negociaciones de la Ronda Uruguay del GATT.

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Una papeleta sin preguntas

El primer ministro celebró una conferencia de prensa en la que hizo gala de extraordinarias virtudes dialécticas. Sus adversarios fueron políticos y periodistas británicos a los que vapuleó con alegría. "En vez de presentar la unión política como un gran monstruo lo que debieran hacer ustedes es explicar mejor qué significa exactamente para los ciudadanos europeos", aseguró.Rasmussen recalcó que "ya es hora de que Europa se ponga a trabajar", en implícito reconocimiento de que en todo este debate también ha habido buenas dosis de pérdida de tiempo.

El primer ministro no pudo abandonar el ambiente de campaña en el que ha estado inmerso durante las últimas semanas. Aseguró que habrá menos márgenes para hacer una reforma fiscal que rebaje los impuestos si el Tratado no es ratificado. Naturalmente, no habrá tampoco márgenes tan amplios para combatir el paro, añadió. La ampliación de la CE será más lenta o quedará paralizada.

Los partidarios del no no andaron a la zaga en cuestión de demagogia: la victoria del pondrá en peligro los logros del Estado de bienestar, dijeron en referencia a los déficit de la seguridad social que crecen en toda Europa. Aseguraron también que Maastricht conllevará un aumento del paro. Maastricht significa, en su boca, centralismo, burocracia, secuestro de la voluntad nacional, secretismo en la toma de decisiones, problemas para la agricultura y la pesca, armamentismo, etcétera.

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Pequeña diferencia

El 2 de junio de 1992 los enemigos de Maastricht vencieron por una diferencia de 46.000 sufragios. El no recogió el 50,7% de los votos válidos mientras el recibía el 49,3%.

En aquella ocasión, los sondeos realizados semana tras semana en los meses anteriores arrojaban diferencias entre partidarios y enemigos del Tratado que no solían superar el 6%, en algunos casos con ventaja para el voto negativo. Ayer, en cambio, la diferencia expresada por el último sondeo era de 18 puntos a favor del sí.

Los enemigos de Maastricht cifraban hasta ayer sus esperanzas en la progresiva disminución de las diferencias entre ambas opciones. Jens-Peter Bonde, europarlamentario y dirigente del Movimiento de Junio, una coalición extraparlamentaria que recoge a enemigos de Maastricht de todo bordo, aseguró ayer que aún esperaba ganar, porque "una parte de los que quieren votar luego se encuentran con que la mano no les obedece y tachan la casilla del no".

Bonde, realista además de mitinero, anunció ayer que su Movimiento se constituirá en lista electoral para los próximos comicios europeos "para seguir luchando contra Maastricht".

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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