La derecha de aquí
El triunfo de la coalición centro-derecha en Francia ha motivado una serie de comentarios en nuestro país, algunos desde una tergiversación intencionada de la verdad.La victoria de Chirac, representante del golismo en Francia, señala con respecto a la derecha española la misma diferencia política que en la historia supone el general De Gaulle con respecto al caudillo Franco.
Como botón de muestra, André Malraux es el brazo desde el Ministerio de Cultura con que actúa De Gaulle, y el exilio masivo de una intelectualidad -Marañón, Ortega, Bergamín, Picasso...- es la aportación cultural del franquismo.
La Europa que nace con Schuman y Monet tiene muchísimo que ver con el Gobierno del general De Gaulle.
La hipócrita oposición del Reino Unido en aquel principio, exigiendo unas condiciones para su entrada imposibles de admitir, obligan al general De Gaulle a señalar como posible la constitución de Europa sin el Reino Unido, algo que ya se apuntó ahora en Edimburgo (siempre el Reino Unido, caballo de Troya dentro de Europa, frenando su unidad).
Aquella postura de Francia, el prestigio del general De Gaulle a escala internacional, es algo que Mitterrand no ha sabido sostener.
Creo que en Francia ese perdido liderazgo, ese oscurantismo de Mitterrand, es lo que ha movido un rechazo, y se piensa más en las próximas elecciones presidenciales que en estas ahora celebradas, que, aun señalando un cambio importante, han tenido la abstención de un 30%.
Quizá en el final de su carrera política, Mitterrand no vio con buenos ojos la importancia en un momento dado que adquiría Gorbachov como eje de la posible Europa unida. La desbordada simpatía popular en el mundo que obtuvo Gorbachov, verdadero destructor de la llamada guerra fría (siempre a punto de hervir), en esa simpatía y en esa importancia, el impacto de Alemania como el principal artífice de la vuelta a su unidad,* del final de su desintegración, consiguiendo la fulminante caída del muro de Berlín.
La política de Mitterrand en la llamada guerra del Golfo llega hasta provocar la dimisión de su ministro de Defensa; su actuación en el Consejo de Seguridad, rechazando el plan de paz que proponía Rusia, en la mano todavía de Gorbachov; aquella supeditación total al Reino Unido y a EE UU; su falta (le apoyo económico ante la desintegración de la URSS; en fin, el que con el final del comunismo y el príncipio de aceptación de una fórmula democrática en la llamada Europa del Este la unidad europea fuera un logro para el mundo no encuentra el apoyo de Mitterrand.
Las elecciones francesas consolidan una derecha europea ya existente en Italia (años y años de la Democracia Cristiana, con o sin apoyo socialista); de Kohl en Alemania, de Thatcher y Major en el Reino Unido, y hasta Suecia, considerada como modélica en el socialismo, busca modos derechistas en su llamada a la Europa de hoy (¡cuánta nostalgia de Olof Palmefl).
Pero esas concepciones derechistas nada tienen que ver con el franquismo que durante más de 40 años ha sufrido España en su larga dictadura y su total aislamiento internacional, que sólo rompió Eisenhower en su forzado descenso en Barajas por algunas horas por mor de las bases.
No es volver siempre a esos 40/40, pero es que esa etapa ha sido fundamental para la suerte de este país hoy.Sería interminable citar el cúmulo de hombres y nombres del franquismo que supone el PP, no ya en su presidencia de honor, sino en todo su desenvolvimiento político; de aquel principio que fue Alianza Popular a los caminos después para inutilizar a Adolfo Suárez y la mayoría de UCD.
La realidad es que el PP se nutre en todos los terrenos de los viejos conceptos ideológicos del franquismo: mala cara al divorcio, mala cara al aborto, mala cara para aumentar un nivel de vida al proletariado... Dificilmente podría el PP superar en más las concesiones al capitalismo de lo que en la actual Europa derechista se viene imponiendo ¿al socialismo? de Felipe González.
Ni el paro ni la corrupción política son productos absolutos de la actuación de éste, ni creo que de ningún Gobierno en sí. En la financiación de los partidos políticos de cara a las convocatorias electorales, ¿quién está libre de pecado aquí y fuera de aquí?
La corrupción de los 40/40 del franquismo, y no por motivos electorales, no se ha podido conocer públicamente, y se pactó con la transición sin ruptura no mover nada del pasado como actuación.
Ahora se paga el pecado de aquel miedo que no evitó el 23-F.
Aparte de estas consideraciones, recuerda uno el Watergate de Nixon, los diamantes de Giscard, Andreotti, en estas horas.
El paro es algo que precipita en el mundo la técnica, las máquinas que sustituyen mano de obra, la elevación del nivel de vida en todos los estamentos, ese "A jornales más altos, menos jornales".Juan Luis Cebrián, en un reciente artículo en este periódico, señalaba que el desenvolvimiento de la vida se ha lanzado hacia arriba, que esta generación vive mejor que la anterior, que la vida, económicamente, es ahora más justa.
No sé si la democracia está muy necesitada de cambios. No sé si el mundo vive horas trascendentales que va a exigirnos a todos los europeos la unión para defendernos. Pero hay que decir no de alguna manera a este continuo, a este desordenado ataque, muchas veces puramente personal o de amarillismo, en prensa, en televisión, en la radio..., en que aparece demasiado claro la ambición de poder en unos; en otros, la búsqueda de lectores, televidentes, radioescuchas, a cualquier precio.
La unidad europea, no por la fuerza y la violencia, como ya pretendieron Napoleón o Hitler, puede ser el camino, el único camino en el porvenir, la única salida de las actuales servidumbres.
No es mal ejemplo el que aun desangrándose antes en guerras Norte-Sur, han conseguido esos 48 EE UU que rigen el mundo. Estas elecciones próximas quieren ser para algunos la variación a cualquier precio del panorama político de España.
Pensemos todos, por encima de la crítica fácil, cómo se puede gobernar en horas muy difíciles, que no es como muchas veces desearía quien gobierna. Luchemos también contra esa demagogia que penetra con efectos destructivos desde argumentos facilones; pensemos qué puede hacer y solucionar quien llegue; pensemos en Europa, esa Europa de la que se nos ha mantenido ausentes tantos años; pensemos, fuera de pequeños nacionalismos, en todo lo conseguido hasta aquí; pensemos que en muchos años España no ha tenido en el concierto mundial la autoridad y el prestigio que tiene hoy en la monarquía de Juan CarlosCreo que los balances catastrofistas de la derecha no sirven ni son ciertos; se parecen a esos balances que con habilidad presentan a veces las sociedades mercantiles según su conveniencia.
La dictadura de Franco sin Franco, la dictadura del proletariado, no encajan en la Europa posible. Puede que entre unos y otros la hagan imposible, y al decir de unos y otros lo más preocupante son esos otros que representan el Reino Unido y Estados Unidos.
Qué aburrimiento ese leer cada día la denuncia de turno de cara al desprestigio de.... esas denuncias que a nada comprometen a quienes las promueven ni representan solución a los graves problemas. Parece que lo que se trata es de presentar el panorama de España como si la democracia hubiera traído el latrocinio y toda la clase política fuera una representación de la corrupción.
Dentro y fuera de los caminos de la política está el amor al dinero, compañía inseparable de la corrupción hoy, ayer, mañana y pasado mañana. Dentro de la política, en cualquier caso, la mayor corrupción está representada en las dictaduras y en los que con ellas han convivido y colaborado, silenciando o tergiversando la verdad, anulando con drástica censura cualquier denuncia.
Hay que tener memoria histórica, y no caigamos en la ¡m-. punidad del brazo de la libertad.
¡Qué claro está hoy ante un reciente ejemplo que la monarquía democrática no la trajo Franco como la derecha nos venía diciendo de continuo! La trajo ese rey que no reinó porque Franco no quiso y que se nos ha ido desde una amarga tristeza ante la injusticia tolerada que rodeó la dignidad de su vida.
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