'Blues' de quebradiza figura
Fue el Estudiantes el responsable indirecto de la sauna en que se convirtió el Pabellón del Real Madrid. El empate baloncestístico del derby madrileño desalojó a Johnny Winter del previsto escenario, el Palacio de Deportes de la Comunidad. El recinto de reserva vivió una jornada semejante a aquellas históricas noches en las que acogía a las grandes figuras del rock. Aunque el blues esté concebido para locales menos inhóspitos, el veterano guitarrista tejano y sus dos acompañantes están hechos a todo. El escenario ofrecía una imagen un tanto pobre, tal vez por las prisas, y la banda de Javier Vargas calentó los primeros cuarenta minutos basándose en su gran Madrid Memphis, más que digna representación española del estilo.
Johnny Winter
Johnny Winter (guitarra, voz), Jeff Ganz (bajo) Tom Compton (batería). Pabellón del Real Madrid. Entrada: 5.000 espectadores. Precio: 2.000 pesetas.
La vieja estampa
Winter apareció en el escenario con su clásica estampa: sombrero de ala ancha, larga melena blanca y tatuajes sobre su blanquecina piel. La frágil y escuálida figura engaña: este músico parece que va a quebrarse si da un paso de más, pero su habilidad con los dedos asombra desde el primer contacto con su guitarra.En la nueva etapa de su carrera, el albino guitarrista aborda una vez más el blues de sus amores. Coincidiendo con un resurgimiento popular del género, muchos consideran a Winter el hombre blanco más dotado para la práctica del blues negro. Otrora virtuoso guitarra héroe adorado por las huestes del rock duro -en la época con Rick Derringer como lugarteniente- actualmente prefiere replegarse sobre las raíces.
El blues es también para supervivientes. Las oleadas de la moda pueden colocarlo en grandes pabellones pero ni los peores tiempos han logrado extinguirlo. Y a juzgar por los grandes maestros, su práctica casi asegura una prolongada vida sobre los escenarios.
Winter, un casi cincuentón de apariencia enfermiza, ha rodado durantre más de dos décadas, vivido altibajos constantes y también problemas de salud y con las drogas. Ahora, en el reconfortante seno del blues encuentra respeto, admiración y una vida ligada al escenario. Como su querido Muddy Waters, con el que estableció una fructífera relación a final de los setenta, Winter abandonará este mundo con las botas y el sombrero puestos.
Babelia
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