Colegio de Abogados
Necesitada de una operación de cataratas fui, a principios de diciembre pasado, a un oftalmólogo del servicio médico del Colegio de Abogados, al que mi marido perteneció durante 50 años. Después de examinarme y de ponerme al tanto de los preparativos, me dijo que la intervención me costaría 140.000 pesetas.Se lo comenté a mis hijos- también abogados-, que, asombrados, decidieron ir al colegio para denunciarlo. El encargado del servicio puso el grito en el cielo, afirmando que sólo podía cobranne el cristalino -alrededor de 25.000 pesetas-, y que los honorarios de la operación, lógicamente, corrían por cuenta de la mutualidad. A mayor abundamiento, le enseñó a mi hijo lana denuncia de otro colegiado hecha aquel mismo día sobre un caso similar y del mismo médico, y quedó en que se tomarían medidas inmediatas, sin que se sepa cuáles hayan podido ser.
En febrero de este año decidí ir con el mismo propósito a otra oftalmóloga del colegio, que al terminar la consulta me dijo que la operación me costaría 125.000 pesetas. Apenas podía dar crédito a una situación que empañaba injustamente la imagen de diligencia, entrega y honradez que en numerosas ocasiones he podido observar en muchos médicos. Y nuevamente uno de mis hijos fue a denunciar este abuso ante el diputado de guardia, que fingió interesarse mucho en el asunto, comprometiéndose a contestar en el plazo de una semana. Hasta hoy.
Me pregunto si conserva su utilidad el servicio médico del Colegio de Abogados y si esta institución guarda todavía la representatividad que se atribuye como garante de los derechos de sus asociados. ¿Cómo una corporación profesional con tanto protagonismo en la vida pública puede hacer una dejación tan palmaria de sus funciones? ¿Qué garantía tienen los colegiados y sus familiares deque los derechos que han adquirido a lo largo de los años van a ser preservados?-
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