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Los 4.000 corredores del maratón popular, rezagados por la lluvia, bloquean a los coches

Los 4.000 maratonianos que trotaron ayer por las calles de Madrid sudaron poco. Pero su amiga la lluvia les hizo correr más despacio que otros años y el frío también les atacó. Los atletas fueron ayer los peores; enemigos de los automovilistas, atrapados dentro del recorrido deportivo que este año, encima, visitó más la M-30.

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La edición número 16 del maratón se inició con el frío (cuatro grados) de las 9.30 de la mañana y con una fina lluvia que obligó a muchos de los participantes a colocarse plásticos hasta entrar en calor. La mayor parte de los 4.165 maratonianos que tomaron la salida, a las puertas del Retiro, preferían un día lluvioso al :sol que les hizo sudar la gota gorda el año pasado.Pero la lluvia les puso plomo en los pasos. A las 11.30, cuando los primeros entraron en meta, en el paseo de Coches del Retiro, la cola de la carrera estaba situada todavía por el Palacio de Oriente, que era el kilómetro 19. Dentro de la larguísima serpiente de corredores que se estiraba y rodeaba la ciudad, los automovilistas se quedaron atrapados. La M-30 y la Castellana y sus tramos aledaños fueron las vías más afectadas por la carrera.

En ocasiones el empuje de los coches incluso llegó a provocar varios enfrentamientos entre policías y conductores que, en algún caso, estuvieron detenidos más de hora y media.

Los conductores que pretendieron llegar al puente de los Franceses desde el Este de la ciudad por la M-30 se encontraron un embudo a la altura de la plaza de España. Los corredores pisaron 700 metros de la ronda -en otras ediciones apenas la rozaban- y sólo un carril estaba practicable para los coches. Quienes venían de Extremadura se toparon con un importante tapón al entrar en Madrid y el atasco de la Castellana, aderezado de pitidos, llegaba a media mañana desde Atocha hasta la zona de Nuevos Ministerios. Los policías encargados de controlar los cruces comentaron ayer que las pequeñas variaciones del recorrido habían originado las mayores retenciones producidas en un maratón.

A pesar de la lluvia, este año tampoco se echó de menos el apoyo del público. En zonas como Fuencarral y Goya, los vecinos abrieron sus ventanas para que los participantes pudieran escuchar a todo volumen la música de la película Carros de fuego, que ensalza glorias atléticas.

En la Puerta del Sol, una banda de música animó también el paso de los corredores por el c> razón de la ciudad y en la avenida del Manzanares, los residentes jalearon a los atletas con el ruido incesante de cacerolas que se mezcló con la bocina de los coches atrapados a muy pocos metros en la M30.

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