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Roca rechaza cualquier pacto que implique "una aventura incierta"

El papel central y decisivo de los nacionalistas catalanes en la política española después de los comicios del próximo 6 de junio y la hipótesis de que cualquier pacto es posible porque Convergéncia i Unió (CiU) no está casada con adie fueron los ejes centrales del primer acto preelectoral de la coalición que dirige Jordi Pujol. El secretario general de Convergéncia Democrática (CDC), Miquel Roca, que ayer fue designado cabeza de lista de los nacionalistas catalanes por Barcelona, pidió un cambio rotundo en la política económica y autonómica. Además rechazó cualquier pacto que implique una "aventura incierta" o el apoyo a "un proyecto asfixiado".

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El temor a una campaña electoral fuertemente bipolarizada entre el PSOE y el Partido Popular, en la que el discurso de los nacionalistas difícilmente consiga abrirse paso en el pulso entre Felipe González y José María Aznar, ha llevado a Convergéncia i Unió a concentrar sus primeros mensajes en una idea central: "Nosotros vamos a condicionar el próximo Gobierno en España". O lo que es lo mismo. "Nuestros votos serán determinantes para la elección de un presidente del Gobierno". De ahí la elección de lema de esta precampaña: La gran oportunitat.

El análisis que se hace desde la dirección de la coalición nacionalista queda algo alejado de este mensaje triunfalista. Existe el temor a que la colaboración con el Gobierno del PSOE sea percibida negativamente por una parte del electorado catalán; aquella franja electoral que Convergéncia i Unió ha ido captando progresivamente desde 1982, al no haber en España una alternativa real de gobierno a los socia listas. De ahí, por ejemplo, que en el último comité ejecutivo de Convergéncia surgieran voces reclamando a Miquel Roca una mayor agresividad hacia los socialistas.

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Roca, tratando de disipar la especie de que él ya ha pactado con el socialismo, afirmó ayer: "¿Con quién pactará Convergéncia i Unió? Nuestro objetivo no es pactar con nadie. Tan sólo nos interesa definir un proyecto de cambio en profundidad". Y agregó que los nacionalistas catalanes no pactarán una prórroga, de la política actual "ni ayudarán a respirar a un proyecto asfixiado" [el del PSOE]; tampoco pactarán si ello implica abrirse "a la aventura incierta de no saber adónde vamos, ni cómo, ni por qué; este pacto no nos interesa".

Roca definió un tercer modelo de pacto que tampoco interesa a los nacionalistas: el que se basa en repartirse el poder "con avaricia o simplemente por ambición, compartiendo el triste espectáculo de la mera administración de la miseria, del ir tirando".

El secretario general de CDC reclamó un nuevo estilo de hacer política, responsabilizó al PSOE de la actual situación de deterioro de la vida pública y llegó a afirmar que no podía comportarse como los socialistas "`ya que sentiría vergüenza" de sí mismo. "¿Si tuviéramos un Sala [en referencia al secretario de organización del PSC, Josep Maria Sala, afectado por el caso Filesa], qué dirían de nosotros?", se interrogó. "Ahora son víctimas de su propio estilo. Me queda el pequeño consuelo de haber dicho públicamente que esto pasaría, pero me siento democráticamente obligado a limitar, desde la serenidad, el alcance de las críticas que serían ", agregó. También dijo que los políticos tendrán que hacer un esfuerzo de regeneración política, de reintroducción de los valores de la ética y del sentido de vocación que comporta la función política.

El dirigente nacionalista pidió un cambio a fondo en la política económica y que ésta tenga como prioridad la protección de la economía productiva, el estímulo de la inversión, la creación de puestos de trabajo y la ayuda a la pequeña y mediana empresa. También reclamó terminar con la política fiscal "que tan sólo tiene la obsesión de la recaudación e iniciar de inmediato una reforma del sistema tributario. Previamente, Jordi Pujol había reclamado un debate entre el ministro de Economía, Carlos Solchaga, y Miquel Roca.

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