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El 'resucitado' de Villa del Prado

Un joven logra que se restaure el órgano de la iglesia de un pueblo tras dos años de gestiones

Millón y medio de pesetas y el órgano de la iglesia de Villa del Prado (3.500 habitantes) volvería a sonar. Pero ni la parroquia ni el Ayuntamiento de este municipio del valle del Alberche, a 62 kilómetros de la capital, disponían de tal suma. Un joven de 17 años se empeñó en recuperar la música sacra para el pueblo de sus mayores y en marzo de 1992, tras dos años de gestiones, consiguió que una fundación pagase el arreglo. La obra se remató el pasado jueves. En un par de semanas, la misa en Villa del Prado volverá a tener música.

La iglesia de Villa del Prado, de estilo gótico tardío, data de finales del siglo XV, pero su joya es una torre construida en 1562 por Pedro de Tolosa, el aparejador de Juan de Herrera. La caja del órgano -el mueble- es de estilo barroco y data del siglo XVIII, pero la maquinaria fue sustituida hace menos de cien años.No es un ejemplar excepcional por su antigüedad ni por su construcción, pero Juan Durán, un estudiante de Artes de 17 años, siente un gran apego al emisor de las músicas de su niñez. Hasta la muerte del anterior sacristán de la parroquia, en 1975, el órgano se tocaba regularmente, pero ya daba muestras de deterioro. Después, el hijo del sacristán le pudo arrancar algunas notas los domingos que iba al pueblo. Sin embargo, en 1984 se abandonó el instrumento, que se encontraba ya en pésimo estado de conservación.

Seis años después llegó un nuevo párroco a Villa del Prado e intentó recuperar el órgano para sus misas. "Pero sonaba fatal, hacía un ruido insoportable", recuerda Juan. "Estaba muy sucio y se desafinó por falta de uso". Además el ventilador eléctrico que se había colocado para sustituir a los monaguillos que accionaban los fuelles tenía

demasiada potencia para este instrumento y terminó de estropearlo.

Inscripciones

Juan no se resignó a que la iglesia de Villa del Prado perdiese la música sacra. "Desde pequeño me ha atraído este instrumento y me duele que el pueblo vaya perdiendo cosas", se queja el estudiante de Artes.Pasó muchos fines de semana estudiando el órgano: su estructura, el estado de sus componentes y las inscripciones de sus maderas. Construyó una maqueta a escala; trepó por él para sacar fotos desde todos los ángulos, buscó en el archivo del pueblo todo lo referente al instrumento.

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También se puso en contacto con la mayor parte de los escasos organeros que quedan en España y pidió presupuestos. Conseguir que uno de ellos se encargase de la restauración no era una tarea fácil: es una labor artesanal y todos los especialistas tienen trabajo comprometido para varios años.

Finalmente, en abril de 1992 llamó a la puerta de la Fundación Banesto, que se interesó de inmediato por el proyecto de restauración. Pero Juan debía encargarse de conseguir los permisos de la Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid, ya que la iglesia está catalogada como patrimonio histórico. Juan agradeció con alivio que el Ayuntamiento de la localidad se encargase de tramitar todo el papeleo necesario.

En sus indagaciones sobre el órgano ahora resucitado, Juan descubrió que en la parte trasera de la caja había un montón de garabatos. Los monaguillos que un día insuflaron aire al instrumento manejando los fuelles habían estampado allí sus rúbricas juveniles.

Entre las caricaturas de los sucesivos curas de Villa del Prado encontró la firma de un tal Durán que resultó ser un antepasado de Juan algo más gamberro y menos amante del arte qué su bisnieto.

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