Gobierno, reactivacion "rigurosa" y Alemania, prioridades de Balladur
El nuevo primer ministro francés, Édouard Balladur, ya tiene preparadas las líneas básicas de actuación del nuevo Gobierno: una reactivación ma non troppo basada en un paquete de rebajas fiscales dirigidas a tonificar el consumo, y la reducción de los tipos de interés para frenar la caída de la inversión. Los hombres de Balladur han anunciado que el primer viaje al extranjero del nuevo jefe del Gobierno francés ya tiene destino: Bonn. El objetivo será explicar una nueva iniciativa política en materia monetaria.
Todos los pesos pesados de la derecha francesa han aparecido en la televisión el pasado domingo y ayer. Todos menos uno: Edouard Balladur. Si no ha chupado cámara esta vez no ha sido por su personalidad distante. El nuevo primer ministro, el más cantado de la historia reciente de Francia, está retocando los nombres de su futuro Gobierno y, al mismo tiempo, las primeras medidas del nuevo Gabinete.
En las últimas horas, el tema del desempleo ha sido tratado como un asunto sobre el que no se pueden esperar soluciones rápidas. Hoy, martes, el Instituto de Estadística dará a conocer las cifras de paro de febrero, que se anuncian muy malas, ya netamente superiores, a los 2.978.000 personas que buscaban trabajo en enero pasado.
Los objetivos inmediatos tienen un carácter monetario: la defensa del franco francés, la baja de los tipos de interés, la independencia del Banco de Francia y el reforzamiento de la relación con Alemania.
En el plano más político y social, la nueva mayoría espera enviar rápidamente un proyecto de ley aprobado por el Senado por el cual se modificará el código de la nacionalidad mediante la introducción de ciertas restricciones.
Si el tema de una nueva política de coordinación monetaria entre Francia y Alemania ya está a la orden del día, la actitud francesa ante el GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio) y los pactos firmados por la Comunidad Europea y Estados Unidos le sigue inmediatamente en el orden del día. Balladur tendrá que escoger rápidamente entre la demagogia chiraquiana de carácter populista ("Los acuerdos entre la CE y Estados Unidos son nulos", llegó a declarar el alcalde de París) o la moderación a través de nuevas negociaciones.
Resultados rápidos
Tanto los empresarios como los trabajadores que votaron por la derecha, empero, esperan algunos resultados con cierta celeridad. Los primeros estiman que el nuevo Gobierno, con una presencia aplastante en la Asamblea Nacional, bajará los tipos de interés. El razonamiento es elemental: los mercados, ante una situación política estable, no encontrarán razones para atacar a la divisa francesa. Sin embargo, el nuevo Gobierno prefiere, según diversas fuentes consultadas, una política de reducción concertada de tipos. En otros términos, se dirigirá primero a Bonn. La paradoja es que la política monetaria alemana no es competencia del Gobierno alemán, sino del Bundesbank, el banco central alemán.
En materia de desempleo, el Gobierno de derecha dispone de un margen de maniobra (desviar las culpas por el agravamiento hacia sus antecesores), pero, habida cuenta de que los electores han votado con rabia por temas como el paro, y que la derecha no ha avanzado sustancialmente en término de votos, este tema puede hacer daño también a una derecha en actitud de parálisis si Francia cuenta, dentro de unos meses, con 400.000 parados más.
El peligro de la nueva situación ya es evidente pocas horas después de la segunda vuelta. El famoso abate Pierre ha descrito el panorama de manera esquemática pero elocuente: "Me sentiré orgulloso si podemos ser unánimes en el inventario de sufrimientos de los nueve millones de personas con dificultades de vivienda y los tres millones de parados. Le Pen lo ha dicho: si no tienen éxito, tocará el turno al Frente Nacional, y lo hará por la vía electoral".
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